La generosidad de Carlos Fuentes, su papel en la maduración de la literatura mexicana y la creación de una obra cumbre en español fueron exploradas en el homenaje que realizó el domingo pasado El Colegio Nacional al autor fallecido hace 10 años.

La actividad, organizada por Diego Valadés y Silvia Lemus, conmemora también el ingreso de Fuentes a la institución hace 50 años. Contó con la participación de Elena Poniatowska, Porfirio Muñoz Ledo, Vicente Quirarte, Juan Villoro, Julio Ortega, Basilio Baltasar, Heike Scharm, Anamari Gomís, Rosa Beltrán y Florence Olivier, entre otros.

La periodista Silvia Lemus refirió parte de las palabras que su esposo Carlos Fuentes dijo en 1972 cuando se convirtió en integrante de El Colegio Nacional, y sintetizó: “Carlos Fuentes nació con un don que se llama Carlos Fuentes”.

La también escritora mencionó que “en las condiciones aciagas del país, me uno a la esperanza de que las instituciones culturales son las únicas que nos garantizarán un mejor futuro”.

En su intervención, la premio Cervantes Elena Poniatowska recordó que conoció a Fuentes “antes de que pensara que iba a ser escritor”. Destacó que a él “nunca le importó más que tener dentro toda esta energía, esta fuerza extraordinaria que finalmente lo hizo profesionalizar la tarea de ser escritor en México.

“Irrumpió como un balazo, como un estallido, y hubo muchísimas críticas. La cauda de admiradores que ganó fue enorme. Recuerdo la admiración que sentí por su fuerza, su extraordinaria mexicanidad que estaba en su novela La región más transparente, y también por su lucidez y su encanto.”

Añadió que Fuentes “fue el gran líder de la literatura mexicana en los años 50. Abrió muchísimas puertas. La literatura dejó de ser tímida en muchos sentidos. Su fogosidad siempre me parecía admirable”.

El político y escritor Porfirio Muñoz Ledo afirmó que Carlos Fuentes “fue mi cuate, en el sentido mexicano del término, porque desde que nos conocimos hasta que murió no dejamos de vernos toda la vida. Además de ser un gran intelectual y escritor, era un maravilloso mimo”.

Dijo que los impugnadores de Fuentes quisieron atribuirle un punto de vista externo de la realidad mexicana, pero “él nos descubrió desde fuera y nos vio con un patriotismo transparente”.

El cronista Juan Villoro opinó que para su generación, Fuentes fue el autor que convirtió a la Ciudad de México en protagonista central de una novela, y toda su obra “fue proyecto casi civilizatorio y educativo al mismo tiempo que estético. De ese tamaño fue la apuesta de Carlos, y no dejaremos de pagarle por haber incurrido en tantos riesgos y habernos beneficiados con ellos”.