Dicen que los esfuerzos de la Convención Nacional Morenista (https://morenademocracia.mx/) “dividen” al partido Morena, cuando la realidad es justo lo contrario. Las divisiones actuales no son culpa de quienes buscamos reunir a los diferentes grupos para generar puentes para el diálogo y el entendimiento común en favor del poder popular y el respeto a los estatutos del partido, sino más bien resultado de la falta de institucionalidad democrática, la ausencia de vida orgánica y la cancelación de espacios para el debate interno.
Existen dos diferentes maneras de entender la “unidad”. Una es la visión autoritaria, herencia de décadas de prácticas priístas donde la única tarea de las bases sería obedecer ciegamente a sus jefes políticos y esperar favores en recompensa por su lealtad. Otra es la visión democrática, herencia de siglos de luchas sociales de resistencia donde la fuerza unitaria de un movimiento se construye desde abajo y a la izquierda, siempre en pluralidad y a partir de la participación activa de la sociedad.
Llegó la hora de cambiar el chip, de demostrar que otra forma de hacer política es posible, siguiendo el ejemplo del presidente Andrés Manuel López Obrador y en respuesta a las exigencias de las nuevas generaciones que ya están hartas de la reproducción de la vieja cultura política en el seno del movimiento.
Ello es precisamente el propósito de la Convención Nacional Morenista, iniciativa que celebró su primera asamblea nacional multitudinaria el pasado 5 de febrero (https://bit.ly/3NgN6tv), que ha organizado exitosas asambleas estatales en Querétaro, Chihuahua, Durango, Tlaxcala, Hidalgo, Oaxaca, Sinaloa, Yucatán, Michoacán, Guerrero, Coahuila, Ciudad de México (Azcapotzalco y Benito Juárez) y el estado de México (Toluca y Nezahualcóyotl), y se prepara para próximas asambleas en Veracruz, Puebla, Tamaulipas, Jalisco, Nuevo León, Aguascalientes y Baja California, así como en las alcaldías de Iztapalapa, Tlalpan y Álvaro Obregón de la Ciudad de México, todo rumbo a la segunda Convención Nacional, programada para el sábado 6 de agosto.
El crecimiento vertiginoso del movimiento ha generado una intensa guerra sucia de los burócratas y los chapulines que hoy controlan al partido y tienen miedo de perder sus privilegios. Por ejemplo, la convención de la alcaldía de Azcapotzalco, celebrada el 23 de abril, fue interrumpida durante unos 15 minutos por un grupo de porros que intentaron tronar la asamblea con gritos y abucheos. La Primera Convención Morenista de Yucatán, celebrada en Mérida el 1º de mayo, también fue interrumpida de manera similar. En ambos actos, los asistentes a las asambleas se comportaron de manera ejemplar. Sin caer en provocaciones, unieron sus voces en coro y lograron expulsar de manera pacífica a los provocadores con el grito constante de: “¡Es un honor estar con Obrador!”
Mientras, en redes sociales, programas de radio y mensajes de WhatsApp diversos personajes vinculados al partido circulan burlas y ataques, algunos abiertamente xenófobos, contra mi persona. Estos mensajes buscan colocar dos ideas claves entre la comunidad morenista. Por un lado, se dice que el movimiento de la convención no sería más que una grilla personal de un servidor, quien supuestamente estaría “resentido” por supuestos agravios cometidos en contra de familiares cercanos durante 2021. Por otro lado, se señala que en realidad la crítica de los convencionistas no sería contra la gestión de Delgado, sino contra López Obrador.
Ambos señalamientos son más falsos que una moneda de tres pesos. En primer lugar, el movimiento no es de una persona, sino de cientos de miles de militantes y simpatizantes indignados por la mala gestión de la dirección actual del partido. Además, el trabajo de Irma Eréndira Sandoval en la Secretaría de la Función Pública fue impecable y López Obrador le ofreció numerosos cargos alternativos, cuando ella decidió retornar a la UNAM (https://bit.ly/3a2OHF4). Pablo Amilcar Sandoval, por su parte, hoy representa con gran dignidad y distinción al noble pueblo de Guerrero como diputado federal por Acapulco en la 65 legislatura.
Finalmente, la manera en que Delgado conduce el partido no tiene absolutamente nada que ver con la visión, el ejemplo o las instrucciones de López Obrador, quien siempre ha insistido en la necesidad de que Morena ejerza otra forma de hacer política. “No es llegar por llegar, no es encaramarnos en los cargos públicos sin un ideal, sin un principio… Lo que ha mantenido a Morena, lo que hizo triunfar a Morena fueron los ideales, los principios, fue la congruencia, y eso es lo que tenemos que mantener”, señaló el ahora Presidente de la República la última vez que asistió a una asamblea del partido (https://bit.ly/35Yojdz).
Los morenistas tenemos la obligación moral e histórica de llevar a la práctica la “revolución de las conciencias” que pregona nuestro admirado Presidente. Ya basta de hipocresías. Hechos, no palabras.