El probable ingreso de Finlandia y Suecia en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) “no es una amenaza directa” para Rusia, pero sí lo sería si se instala armamento en los territorios de estos países, lo cual provocaría “una inevitable respuesta” por parte del Kremlin.
Con estas palabras, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, intentó restar dramatismo a la expansión de la OTAN hacia el este, que en diciembre anterior calificó de inaceptable, al hablar en la cumbre que se celebró este lunes en Moscú para conmemorar el 30 aniversario del Tratado de Seguridad Colectiva y el 20 aniversario de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), bloque militar postsoviético que lidera Rusia y del cual también forman parte Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán.
Ante sus colegas que se desplazaron a Moscú, en un discurso transmitido por la televisión pública rusa, Putin subrayó: “En cuanto a la ampliación de la OTAN con la entrada de Finlandia y Suecia, no tenemos ningún problema con estos países, ninguno. En ese sentido, no se está creando ninguna amenaza directa contra Rusia. Pero la expansión de la infraestructura militar al territorio de esos países provocará una respuesta inevitable de nuestra parte”.
Y añadió en plan de advertencia: “¿Cuál será esa respuesta? Dependerá de las amenazas (a nuestra seguridad) que vayan creándose y, en consecuencia, nos veremos obligados a tomar medidas”.
Para Putin, “de la nada se está gestando otro problema”. Ello es así, según está convencido el titular del Kremlin, porque “la expansión de la OTAN se lleva a cabo de modo completamente artificial, ya que responde sólo a los intereses de Estados Unidos”.
Remató la frase: “La OTAN es utilizada como instrumento de la política exterior, en esencia, de un solo país, de manera insistente, con maestría y agresividad extrema”.
De acuerdo con Putin, la política de “ampliación interminable” de la alianza noratlántica rebasa “los márgenes de la región euroatlántica, su vocación geográfica” y lo hace para intentar “controlar la situación internacional en materia de seguridad y, así, influir no de la mejor manera en otras regiones del mundo”.
La declaración final de la cumbre, firmada por los líderes de los seis países de la OTSC, expresa la preocupación de sus miembros por “el uso selectivo de las normas y principios del derecho internacional, por la práctica de ignorar los formatos de negociaciones aceptados en el mundo, por la falta de deseo de tomar en cuenta los intereses legítimos de Estados soberanos, por entrometerse en sus asuntos internos, por aplicar sanciones y restricciones unilaterales suplantando las prerrogativas del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por mostrar doble moral, odio e intolerancia”.
A la vez, el documento no contiene una sola línea ni de apoyo ni de condena a la “operación militar especial” de Rusia contra Ucrania, pero sí, enfatiza, “parten de que no hay alternativa a los medios políticos y diplomáticos para resolver los actuales problemas internacionales” y también, precisa, “están preocupados por (…) el uso de la fuerza o la amenaza de usarla para resolver conflictos violando la Carta de la ONU”.
Para compensar lo que podría interpretarse como crítica encubierta a la guerra de Rusia contra Ucrania, la declaración final incluye un párrafo con una tesis que el Kremlin emplea para justificar su decisión de invadir el vecino país eslavo, en el que los miembros de la OTSC se oponen a “heroizar” el nazismo y a “impulsar” el neonazismo, así como rechazan los “intentos de falsificar la historia”.
Suecia y Finlandia confirmaron que solicitarán adhesión a la OTAN en un cambio histórico que resulta de la invasión rusa de Ucrania. Rusia advirtió sobre "consecuencias". Vía Graphic News.