Viajar, mirar, atrapar la calle, los rostros, desde los cielos hasta las piedras, con cámara en mano, así va por la vida la fotógrafa Graciela Iturbide, quien este lunes cumple 80 años, admirada por un público y colegas de todas las generaciones, desde todos los rincones del mundo.
Para celebrar a la artista, el Canal 22 transmitirá hoy a partir de las 18 horas varios programas, comenzando por el documental En los ojos de Graciela Iturbide, producción en la que, a lo largo de 30 minutos, la autora narra sus primeros años de trayectoria en los que Manuel Álvarez Bravo, Josef Koudelka y Francisco Toledo se convirtieron en su mayor influencia.
La fotógrafa nació en la Ciudad de México en 1942. Alguna vez narró a La Jornada que se inició en ese oficio más por accidente que por deseo o vocación, pues sus anhelos juveniles la impulsaban a ser escritora, pero su familia se lo impidió.
Contrajo matrimonio muy joven, pero no se veía dedicada exclusivamente al hogar. Eran finales de los años 60 cuando escuchó en la radio un anuncio sobre una carrera de cine. No lo pensó dos veces, de inmediato se inscribió en el Centro de Capacitación Cinematográfica, donde conoció a Manuel Álvarez Bravo (1902-2002), uno de los pilares de la fotografía en México y el ámbito internacional en aquella época; a partir de allí su destino quedó sellado.
Avándaro, otra realidad
En 1971, acompañada por su profesor, el cineasta Jorge Fons, y su compañero de clases Luis Carrión Beltrán, Graciela asistió al legendario concierto de rock de Avándaro, maravillada ante una multitud de jóvenes, “uno que otro encuerado o fumando mota”, que de inmediato se puso a fotografiar. Llevaba varios rollos, “como 15 o 20; algunos a color, algo muy raro, porque generalmente uso blanco y negro, y porque no sabía a lo que iba. Como fotógrafa, fue una experiencia superinteresante, fue fantástico conocer otra realidad de México. Tenía 26 años y eran mis primeros trabajos”.
Después, ya como asistente de Álvarez Bravo, hizo caso de las palabras de su mentor, quien sentenció: “Graciela, el cinito es para jugar; hagamos fotografía”. Fue así como lo acompañó en viajes a través del país y de Latinoamérica (en particular a Cuba y Panamá).
En 1978, la fotógrafa fue comisionada por el Archivo Escenográfico del Instituto Nacional Indigenista de México para documentar la población indígena de México. Iturbide trabajó con el pueblo seri, en particular con un grupo de pescadores nómadas que habitan en el desierto de Sonora en el noroeste de país y cerca de la frontera con Arizona.
Al año siguiente, otra presencia marcó su destino profesional: el artista Francisco Toledo le pidió fotografiar el pueblo de Juchitán y la cultura zapoteca en Oaxaca. Esa serie, que concluyó en 1988, conforma el libro Juchitán de las mujeres, publicado en 1989.
Después vinieron más invitaciones para viajar, entre 1980 y el 2000, a Cuba, Alemania, India, Madagascar, Hungría, Francia y Estados Unidos, donde produjo un importante número de obra.
En 2004, al cumplirse los 50 años de la muerte de Frida Kahlo, fue invitada a dejar testimonio fotográfico de la apertura de dos baños con objetos y documentos de la artista, cerrados por Diego Rivera en 1954. El conjunto de la obra dio origen a la serie El baño de Frida, libro publicado en 2009.
“Siempre fotografío lo que me sorprende. Soy, como dicen en Estados Unidos, una fotógrafa de la calle. Tomo lo que veo y me gusta. Si algo me interesa mucho, vuelvo al lugar y lo llevo a la cámara”, explicó a este diario la artista, quien está convencida de que su mirada sigue “fresca y alerta, apasionada, y mientras existan en mí la pasión y la sorpresa, seguiré tratando de observar el mundo para interpretarlo”.
Asegura que jamás ha tomado una fotografía digital, ni siquiera con su teléfono celular, aunque ello no quiere decir que esté en contra de ese formato, pero la fotografía analógica, explica, “es un ritual muy importante, desde usar rollo en la cámara, sacar las imágenes, revelar, poner los contactos en la mesa y elegirlos”.
La imagen que nunca captó
Es partidaria de la fotografía en blanco en negro, no sólo porque así lo aprendió de Álvarez Bravo, sino porque, dice, es la mejor manera que ha encontrado para lograr la abstracción de lo que observa y capta con su mirada.
“Tengo mi mundo y trato de seguir en él, independientemente de que haya otras maneras de ver y hacer que puedan ser interesantes; es mi mundo y mi cámara es el pretexto para conocer los lugares donde estoy y las personas; es el medio que me ayuda a conocer mejor las culturas.”
Acerca de su foto favorita, reconoce que es una que nunca llegó a tomar: un señor llevaba en una bicicleta decenas de pollos; atrás de él venía un muchacha en traje de novia, y tras ella, sus padres, todos en una calle polvorienta.
“Me quedé tan sorprendida y maravillada con esa escena que no pude sacar mi cámara, pero siempre tengo presente esa imagen”, narró la fotógrafa que ama los pájaros y es capaz de pasar horas esperando una parvada o que algún ave se acerque lo suficiente a su cámara.
Una de sus imágenes más emblemáticas, La mujer ángel, fue utilizada para la portada del sencillo Vietnow (1997), del grupo estadunidense de rap metal Rage Against The Machine, cuyas letras son de contenido político. Mientras la mayor colección institucional de sus fotografías se encuentra en Estados Unidos, en los acervos Wittliff, de la Universidad del Estado de Texas, en San Marcos, Texas.
De forma individual, la obra de Graciela Iturbide se ha expuesto en los principales recintos de arte del mundo, como los museos Paul Getty, el Pompidou y el de Arte Moderno de San Francisco, así como la galería Tate Modern de Londres; también ha recibido innumerables premios y distinciones.
Dice que tiene muchos “guardaditos” en su vasto archivo que aún no se conocen, “por ejemplo, imágenes de los años 70. Me encanta revisar mis negativos, ponerlos en sobres, formaditos para que vayan saliendo. Son muchos, no sé exactamente cuántos. Un fotógrafo va viviendo su vida casi con sus imágenes. Hay mil cosas qué fotografiar, para donde voltees. Como decía Picasso, yo no busco, encuentro”.