Ciudad de México. En vísperas del Día del Maestro, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) reconoció el “esfuerzo inmenso” de los y las profesoras durante la pandemia, y expresó su preocupación por la deserción escolar que generó, pero también por “las recientes declaraciones de funcionarios menores con relación al modelo y los contenidos educativos, que no tienen un sustento científico ni responden al momento educativo que vivimos, así como la desaparición de las escuelas de tiempo completo”.
En un mensaje Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey y presidente de la CEM, Ramón Castro Castro, obispo de Cuernavaca y secretario general del organismo eclesial y Alfonso Cortés, arzobispo de León y responsable de la Dimensión de Pastoral Educativa y de Cultura de la Conferencia, indicaron que tras dos años de clases virtuales quedó “el desafío de nivelar el conocimiento de los estudiantes, pues es evidente que ahora los grupos muestran más desequilibrios”.
Felicitaron “con mucho aprecio y respeto, a los maestros, uno de los protagonistas principales de la educación formal de nuestro país. Reconocemos el hecho de que ellos, así como los directivos, junto con los padres y madres de familia, al igual que muchos estudiantes, han hecho un esfuerzo inmenso de generosidad y fortaleza en el tiempo de la pandemia por Covid-19.
“Ahora, sin duda, nos toca retomar la realidad educativa en su conjunto e impulsar la educación integral de todos, con el fin de dar pasos a una humanidad más fraterna, solidaria y cuidadosa de nuestra casa común (el planeta).
Precisaron que “es urgente que, corresponsablemente, todos los actores de cada comunidad escolar propicien las mejores relaciones educativas y el tejido social, necesarios para una nueva y buena educación, como nos lo pide el Papa Francisco en el lanzamiento del Pacto Educativo Global.
Destacaron que el pontífice “ve a la educación, como ese espacio natural que nos lleva a promover un avance significativo en nuestra civilización, por ello le pide proponer nuevas formas de relación económica, política, social y cultural, hoy en evidente desgaste”.
Consideraron que “como comunidad educativa, es tiempo de aquilatar todo aquello que hemos aprendido y experimentado, en nuestras realidades particulares. Cada vez más hemos de apreciar el valor del conocimiento, de la ciencia, así como del espacio escolar. Ha sido sorprendente el entusiasmo de muchos padres de familia, así como de estudiantes y maestros, en este regreso a las aulas”.
No obstante, “desgraciadamente, son muchos niños, adolescentes y jóvenes, los que han abandonado la escuela, cuestión que nos debe interpelar y corresponsabilizar. Muchas comunidades educativas, han aprendido a generar lazos de solidaridad, de promoción y ayuda mutua. Apelamos a todos los actores de la sociedad, a trabajar en esta emergencia”. Señalaron que existen “nuevos desafíos” en el “regreso presencial”, por lo que “es urgente responder a la exigencia de la educación socioemocional de los estudiantes y maestros, con el fin de sanar muchas heridas, así como de disponer y acompañar a los miembros de la comunidad educativa para retomar, con nuevos bríos, los proyectos educativos.
“Todos estamos llamados a enfocarnos en los aprendizajes fundamentales; es momento de concentrarse más en las habilidades, actitudes y valores, que en los contenidos cognitivos. Recuperar, reforzar y relanzar las relaciones comunitarias, en cada realidad educativa escolar concreta. Los maestros enseñan, y los estudiantes aprenden, en un ambiente armónico y seguro de toda la comunidad escolar”.
Con relación al marco institucional, pedieron a las autoridades federales “apegarse al Estado de derecho, en el cumplimiento de la normatividad correspondiente, así como en el propósito de nuestras leyes. El espíritu y el texto de la última Reforma Constitucional al artículo Tercero es muy valioso”.
Recordaron que el Papa también señala en el lanzamiento del Pacto Educativo Global, como “primera prioridad, la urgencia de poner a la persona en el centro de la educación, más que a la comunidad o la propia escuela. El servicio de éstas es la persona, y no al revés. Por supuesto, estamos llamados a educar a cada ser humano, con una vocación social, de servicio y entrega”.
Indicaron que “es tiempo de buscar, todos, caminos de conciliación, no de confrontación; es tiempo de impulsar la tarea educativa, no sólo trabajar en su proyección o gestión; es tiempo de buscar certezas, información verídica y científica, que dé sustento y orden al sistema educativo nacional. Es tiempo de escuchar a los especialistas, a los padres y madres de familia, a los maestros y directivos, a los estudiantes, a la comunidad en general, a través de los consejos establecidos por la Ley General de Educación”.
Los prelados expresaron que “la educación es un hecho concreto, es una experiencia compleja, amplia y profunda. Requiere de mucha participación, de consensos posibles gracias al diálogo y al encuentro; de corresponsabilidad, que conlleva generosidad y gratuidad. Lo anterior, como en toda democracia, ordena la tarea de la autoridad, organiza el impulso vital de la sociedad, así como estructura las instituciones en un marco jurídico justo y realista”.