Lo que algunos jilgueros proestadunidenses califican de “provocación”, “desafío” o “boicot”, en realidad tiene una denominación nítida y concisa: soberanía, algo de lo que, dicho sea de paso, carecen esos pajaritos cantores, siempre al servicio del mejor postor. Por ejemplo, días atrás un siempre servicial diplomático ecuatoriano pregonaba que, tratándose de la Cumbre de las Américas, “somos respetuosos de la decisión del dueño de casa de invitar a quienes considere prudente”.
No es así, amén de que ese comentario resulta por demás zalamero y da cuenta de la capacidad del personaje para doblar las corvas. La Cumbre de las Américas tiene país anfitrión (han sido nueve, México incluido), no “dueño de la casa”, por tratarse de un mecanismo multilateral consensuado entre las naciones del continente y con presidencia rotativa, y en ninguna parte de su estatuto se establece que quedaran fuera del encuentro aquellos que resulten non gratos al gobierno del país receptor, ni que éste tenga derecho a negar, restringir o condicionar la participación de unos u otros. Todos o no hay encuentro. Así de simple.
La decisión del gobierno mexicano es clara: todos los países de América deben participar en la citada cumbre; no hay razón de excluir a ninguno de ellos. Caso contrario, el presidente López Obrador no asistirá al encuentro en Los Ángeles. ¿Existe el “derecho” de decidir quién sí forma parte del continente y quién no? Desde luego que no, por mucho que Estados Unidos crea que él sí lo tiene (y en la región sobran gobiernos sumisos que todo le aplauden).
El mandatario mexicano lo ha dicho con toda claridad: “no es correcto que se excluya a ningún país de una Cumbre de las Américas, porque nadie tiene derecho a hablar en nombre de toda América y de decidir quién participa y quién no. Somos países independientes, libres, soberanos, nos regimos no por mandatos de hegemonías de países extranjeros, nos conducimos de conformidad con nuestros procesos históricos que en todos los casos están plasmados en las constituciones de los pueblos”.
Proceder en sentido contrario sólo avalaría y fortalecería la política medieval estadunidense. De ahí que el presidente López Obrador reitere: “planteamos que no se excluya a nadie; buscamos la unidad de toda América y sentimos que no debe haber confrontación, que aun con las diferencias debemos dialogar y hermanarnos todos los americanos; el gobierno de Estados Unidos tiene que decidir sobre esto, porque es un asunto de derechos humanos y tiene que ver con la soberanía y la independencia de los pueblos, con la no intervención y la autodeterminación de cada país; queremos que se invite a todos, esa es la postura de México”.
Y la Constitución de nuestro país (artículo 89) no sólo avala esa posición, sino que obliga al Ejecutivo a respetarla y defenderla: autodeterminación de los pueblos, no intervención y solución pacífica de las controversias. “Esto es lo que nos guía y viene desde la política del presidente Juárez. Cuando regresa triunfante el movimiento liberal, luego de que se expulsa a los extranjeros franceses y se hace la justicia en Querétaro, el primer discurso a la llegada a la Ciudad de México del presidente Juárez contempla la frase célebre de que ‘entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz’”.
Entonces, dice el mandatario, “es el momento de un cambio de política en América y no descartó el que el presidente Biden haga la invitación a todos. Ayer en la Casa Blanca todavía, y es cierto, se sostuvo que no se han girado invitaciones (a la cumbre); a mí no me han invitado formalmente y tengo información que no han girado invitaciones a nadie. Vamos a esperar y sería un hecho muy importante, histórico. Hay que dejar atrás agravios, hay que pensar hacia adelante”.
Él mismo planteó: “¿Cuál es la amenaza? ¿Va a invadir Cuba a Estados Unidos, o Argentina o Colombia? ¿O de qué le sirve a Estados Unidos invadir Colombia o Venezuela o México? ¿Qué, no nos degrada eso como seres humanos? ¿Qué, no basta con lo que estamos ahora padeciendo? Vamos a dejarle a las nuevas generaciones una relación política en América distinta”.
Pero los jilgueros cantan: es “provocación”, “desafío” o “boicot”.
Las rebanadas del pastel
¡Cuidado con las tarjetas de crédito! El Banco de México aumentó a 7 por ciento su tasa de interés de referencia, y los banqueros se darán (más) vuelo: de los bolsillos de los consumidores, directo a las alforjas de los barones financieros.