Ciudad de México. Entre mariachis, porras y pastel, Elena Poniatowska festejó ayer sus 90 años en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), que la reconoció con el doctorado honoris causa hace casi 22 años.
La institución de educación superior rindió homenaje a la escritora y periodista por su cumpleaños, que se cumple el 19 de mayo, con un programa escénico y musical, y la participación de la autora, quien estuvo acompañada por sus amigos, la cineasta María del Carmen Lara y el monero Rafael Barajas El Fisgón, así como el mayor de sus hijos, Emmanuel Haro Poniatowski, quien es profesor e investigador de esa universidad.
Jubilosa y sonriente de principio a fin durante las más de tres horas del acto, entre los temas que abordó Poniatowska sostuvo que su conocimiento de México se debe a las palabras de la gente en la calle.
“Mi conocimiento de México fue a través de las palabras, de los vendedores ambulantes y de la gente que me llamaba la atención, porque nunca los vi en París ni en ningún otro lado más que en este país, que para mí era como llegar al centro del sol, porque era muy caliente. Yo venía de la lluvia y de bosques muy oscuros en el fondo de un valle; entonces, llegar a esa inmensa naranja que para mí fue México fue un deslumbramiento”, expresó.
Recordó cómo ella y su hermana Kitzia se adaptaron pronto al país, así como las tardes que iban al cine Vanguardia, donde un sacerdote censuraba las escenas de besos: “Se paraba a tratar de taparlos con su sombrero. Todos pateábamos y gritábamos: ‘¡beso beso!’ Entonces prendían las luces, nos decía que nos persignáramos, que habíamos cometido un pecado, y desde entonces he cometido cantidad de pecados”.
Entrevistada por la cineasta Maricarmen de Lara, la escritora y colaboradora de La Jornada aseguró que todo lo que ha escrito en su vida “es una inmensa respuesta a mis preguntas, porque toda la vida he preguntado, desde muy niña”.
Aceptó el papel determinante del azar en mucho de su quehacer, tanto como periodista como escritora, al afirmar que “nunca nada es decisión tomada; un poco las cosas te suceden y cuando eres periodista con más razón”. Rememoró que después del convento de monjas, se inició en el periódico Excélsior como entrevistadora, género que la cautivó a raíz de los trabajos de la periodista Ana Cecilia Treviño.
Diversos personajes femeninos acudieron a la charla convocados por las preguntas de la cineasta, como la luchadora social Rosario Ibarra, a la que Poniatowska conoció hace “muchos años” en una manifestación contra la intención de nombrar al ex presidente Gustavo Díaz Ordaz embajador en España.
Platicó que en aquel entonces Rosario Ibarra le contó que tenía un hijo desaparecido y a partir de ese momento tuvieron un acercamiento estrecho, “la seguí en su viacrucis, y la admiré. Me parece que deberían ponerle una estatua en Paseo de la Reforma. Es extraordinario. Si hay una madre en México, es Rosario Ibarra de Piedra”. Evocó a Rosario Castellanos, a Tina Modotti y a la poeta Alaíde Foppa.
Luego de que Emmanuel Haro ejemplificó la supuesta ingenuidad de la escritora al relatar cómo fueron robados en casa por un ladrón que se hizo pasar por tapicero, El Fisgón objetó esa percepción y la calificó de tremenda. “Puede ver a través de la gente. Me parece muy bien que tenga confianza en la humanidad, eso es un mecanismo de supervivencia fundamental; la he visto hacer cosas tremendas.”