Si en los siglos XX y XXI el país cuenta con una heroína, esa es Rosario Ibarra de Piedra. “Nadie confrontó al gobierno y al statu quo como ella, ni recogió la voz de otras madres de desaparecidos y las animó a buscar a sus hijos; nadie enfrentó a la soledad y a la indiferencia, nadie como ella para enorgullecernos por su entereza y su amor a todos los jóvenes de México que también podrían ser sus hijos”, expresó la escritora Elena Poniatowska en un sentido homenaje póstumo a la luchadora social.
En el Centro Nacional de Derechos Humanos (Cenadeh) de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), que fue nombrado ayer “Rosario Ibarra de Piedra”, Poniatowska compartió cómo conoció a su gran amiga y describió su tenacidad, que “conmovía a todos”. En una manifestación en contra del ex presidente Gustavo Díaz Ordaz, el 13 de abril de 1977, “se acercó a mí sonriendo –siempre sonreía–, y me dijo: ‘tengo un hijo desaparecido’”.
Más tarde, continuó la escritora, “descubriría que la sonrisa es un arma de lucha, que la dispara Rosario dentro de un rostro que ella misma se ha forjado con los años, con el tiempo de desaparición de su hijo” Jesús Piedra Ibarra, en 1975.
En la ceremonia, organizada por la CNDH, que encabeza Rosario Piedra Ibarra, hija de la fundadora del Comité Eureka, la escritora, con voz entrecortada, enfatizó: “Rosario murió el 16 de abril y le sorprendería que ahora la reconocen quien antes la rechazaban. Su noble y bellísima figura debería colgarse en las antesalas de todas las oficinas gubernamentales”, en las rejas de los campos militares y frente a la Catedral donde, junto con otras madres, hizo su primera huelga de hambre.
En el salón, los asistentes brindaron un minuto de aplausos a la defensora y su hija Rosario Piedra Ibarra señaló que el secuestro de su hermano llevó a su madre “a recorrer los laberintos de corrupción e impunidad del Estado”. Retomó un artículo escrito por la luchadora social en 1977, titulado “La CNDH es un fraude”, debido a la promesa que hizo el ex presidente Salinas de Gortari “cuando le declaró a una comisión de madres que acudió a hablar con él: ‘antes de un mes verán a sus hijos’”, y que la respuesta fuera la creación de este organismo, así como por el dispendio de los visitadores.
“Entenderán por qué desde que asumí la presidencia de este organismo decidí transformar la CNDH y convertirla en una real defensoría del pueblo”. Poner el nombre de Rosario Ibarra de Piedra al Cenadeh implica un enorme compromiso. Ese laberinto de corrupción, de impunidad “que nos ha tocado vivir a todas las víctimas, es lo que tiene que acabar”, afirmó.
También participaron Concepción Ávila, del Comité Eureka, y el presbítero Jesús Ramos Muñoz. Se develó una placa conmemorativa y se inauguró una exposición fotográfica con archivos de Marco Antonio Cruz, fundador de La Jornada.