Si el supuesto se ajustara a la verdad, así fuere lejanamente, entonces no cabe duda que Estados Unidos sería el primer país en ser excluido de todo tipo de encuentros multilaterales, como el próximo a celebrar conocido como Cumbre de las Américas. Ello, porque el subsecretario de Estado para el hemisferio occidental, Brian Nichols, asegura que “no nos parece conveniente incluir a países que no respeten la democracia”, y si recordamos el tétrico historial de política exterior estadunidense la conclusión es puntual: no hay país más antidemocrático que el de las barras y las estrellas, con su política hegemónica sustentada en el gran garrote.
Con el estallido de la guerra en Ucrania se documentó el saldo –hasta ahora– de la política intervencionista de Estados Unidos a lo largo de su existencia: no menos de 256 intervenciones, invasiones, golpes de Estado, bloqueos, guerras y demás barbaridades de un gobierno que cree tener derecho de decidir quién sí y quién no es democrático, cuando él ha dado sobradas pruebas de su hegemonía antidemocrática.
El pasado lunes López Obrador fijó posición: si de la próxima Cumbre de las América se excluye a Cuba, si no se invita a todos los países, el Presidente de México no asistirá; “va a ir una representación del gobierno de México, pero no iría yo. ¿Sería un mensaje de protesta?, preguntaron los colegas, y la respuesta fue contundente: no quiero que siga la misma política en América y quiero, en los hechos, hacer valer la independencia, la soberanía y manifestarme por la fraternidad universal. Nadie tiene el derecho de excluir.”
Ayer, el mandatario retomó el asunto y en la mañanera dijo que “de invitarse a todos los países del continente a la Cumbre de las Américas, todos los pueblos de Latinoamérica van a saber reconocer la postura del presidente Joe Biden; le tengo mucho respeto al presidente Biden, es una gente humana. Entiendo su circunstancia por estos malandrines a los que hice referencia, que están ahí presionando, pero ya es tiempo de cambios, y decirle al presidente Biden que así como va a tener esa oposición, también si toma una decisión de invitar a todos los pueblos, todos los pueblos de América Latina van a saber reconocerlo, porque se abre una etapa nueva, inauguramos una etapa nueva para el diálogo, para el entendimiento”.
La referencia a la que aludió López Obrador es aquella en la que calificó de “rémora de política intervencionista que lleva dos siglos”. Por ello, “planteamos que no se excluya a nadie; buscamos la unidad de toda América y sentimos que no debe haber confrontación, que aun con las diferencias debemos dialogar y hermanarnos todos los americanos; el gobierno de Estados Unidos tiene que decidir sobre esto, porque es un asunto de derechos humanos y tiene que ver con la soberanía y la independencia de los pueblos, con la no intervención y la autodeterminación de cada país; queremos que se invite a todos, esa es la postura de México”.
López Obrador recordó que en el caso de Cuba, el gobierno estadunidense aprobó una ley que todo le prohíbe a la isla. “¿Qué es eso? ¿Y dónde está el humanismo? ¿Qué tienen que ver los pueblos con los gobiernos? ¿Por qué sacrificar al pueblo? ¡Ah!, la estrategia política es que si siguen mal las cosas en Cuba y le va mal al pueblo, el pueblo se va a rebelar en contra de su gobierno y así va a triunfar la oposición. Eso es mezquino porque, aun sucediendo eso que han venido aplicando desde hace décadas, que está muy difícil que eso tenga éxito, porque el pueblo cubano tiene mucha dignidad, se debería incluso declarar a ese pueblo, a esa isla, por su arrogancia de sentirse libre como patrimonio de la humanidad, es una resistencia heroica. ¿Eso no es ruin? ¿No es una política medieval? ¿qué tiene que ver con nuestros tiempos?, ¿dónde están los derechos humanos?”.
En vía de mientras, el presidente boliviano, Luis Arce Catacora, ya dijo que si saben contar tampoco cuenten con él si se mantiene la política de desprecio del gobierno estadunidense.
Las rebanadas del pastel
El gobierno gringo duro que te dale en contra de otras naciones, de violar cotidianamente el derecho internacional, de meterse en donde no le llaman, pero deja a un lado la crisis que enfrenta su población por el brutal número de fallecimientos por sobredosis de drogas: 107 mil personas sólo en 2021, a razón promedio diario de 293.