Es una apuesta alta la que hace el Presidente de México al adelantar que no asistirá personalmente a Los Ángeles, a la Novena Cumbre de las Américas, si no son invitados todos los países del continente.
Esa postura fortalece en primer saldo la figura de López Obrador como un político dispuesto a desalinearse de programas confeccionados en Washington, así sea a riesgo de debilitar o afectar intereses de su propio país.
No son meritorios, a juicio de los poderes estadunidenses, los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, que no están en la lista de convidados de Joe Biden, y la defensa mexicana de la unidad continental en abstracto, que en lo concreto se refiere a esos tres países, puede generar reticencias o “preocupación” en la élite imperial.
Sin embargo, es posible que al gobierno de Biden le convenga contar con un interlocutor confiable en cuanto a la relación con gobiernos centroamericanos, sudamericanos y del Caribe, específicamente el cubano, a fin de procesar temas delicados y multifactoriales como la migración y el crimen organizado, la evolución crítica de la situación cubana y la multiplicación de liderazgos progresistas en Sudamérica.
Se corre el riesgo, desde luego, de que un presidente débil y manejable, como parece ser Biden, ceda a intrigas o presiones que busquen “castigar” la osadía. En todo caso, hay tiempo para negociaciones. Proveniente de Cuba como último destino de su gira internacional, el presidente López Obrador parece lanzar un reto que también puede ser leído en la Casa Blanca y el Pentágono como oportunidad de interlocución.
Ayer mismo, el sumamente activo embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar (su constante presencia en Palacio Nacional hace recordar a Diego Fernández de Cevallos, que de manera frecuente acudía a Los Pinos a negociar con Carlos Salinas de Gortari), estuvo en la sede del Poder Ejecutivo federal sin que se conocieran, a la hora de teclear esta columna, las razones y consecuencias de esa visita.
Y el propio López Obrador había dicho en la mañanera que “todavía falta para la Cumbre y podemos llegar a un acuerdo. Pero sí tenemos que unirnos todos, buscar la unidad de América”. Por lo pronto, Marcelo Ebrard ha de mantener abierto el boleto de ida a Los Ángeles en junio próximo, por si de nuevo se necesita que supla en foros internacionales al renuente político tabasqueño.
En otro tema: mediante un video se ha hecho presente Andrés Roemer para proclamar su inocencia y asegurar que es víctima de injusticia. Acusado de violaciones y otras agresiones de índole sexual, el ex diplomático y ex conductor de programas de televisión se mantiene fuera del alcance de la justicia mexicana a la que invoca.
Siempre bajo protección de políticos y empresarios poderosos, Roemer ahora reside en Israel, país al que ha hecho servicios aun a costa del interés mexicano al que presuntamente representaba. Tal vez el mejor alegato posible de este peculiar personaje consistiría en sujetarse a los cauces legales del país donde le acusan, en lugar de guarecerse en otro, sin tratados de extradición, desde el que lanza videos en fuga al estilo del panista Ricardo Anaya.
¿Qué tanto está cambiando México, para bienestar popular, si los bancos han obtenido en este primer trimestre del año ganancias 50.3 por ciento más altas que el año pasado en el mismo periodo? Estos resultados son, según la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, los mejores desde que en 1998 se establecieron tales registros.
Seis de esas firmas (BBVA, Santander, Banorte, Citibanamex, HSBC y Scotiabank) se llevaron casi tres cuartas partes (73.4 por ciento) del total de las ganancias de todos los bancos. Un ejemplo de esa prosperidad: BBVA reportó ganancias al alza en 67.4 por ciento (nota de Julio Gutiérrez: https://bit.ly/3NaZawx).
A cambio de esas utilidades y de manera proporcional, ¿ha mejorado el servicio al público?, ¿se protege adecuadamente al cliente?, ¿hay créditos a tasas de interés razonables, para promover el desarrollo económico?, ¿contribuyen a la recuperación nacional? ¡Hasta mañana!
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