Ciudad de México. Si Estados Unidos no reconsidera e insiste en no convocar a la novena Cumbre de las Américas a todas las naciones del hemisferio, el presidente Andrés Manuel López Obrador no acudirá a la cita, y enviará en su representación a una delegación encabezada por el canciller Marcelo Ebrard.
Así lo informó el mandatario en su conferencia de prensa de ayer a pregunta expresa, debido a que la Casa Blanca –anfitrión de la cumbre que se realizará en junio en Los Ángeles– no contempla la participación de Cuba, Venezuela y Nicaragua (este último ya anunció su desinterés en acudir), naciones con las que tiene diferencias políticas.
De concretarse su inasistencia al foro continental, López Obrador se convertiría en el primer presidente mexicano en tiempos recientes en rechazar una invitación del vecino del norte. “Si se excluye, si no se invita a todos, va a ir una representación del gobierno de México, pero no iría yo”, advirtió, aun cuando ya había confirmado su presencia en Los Ángeles.
Descartó que su eventual ausencia en el foro impacte de forma negativa en la relación bilateral México-Estados Unidos o moleste a su homólogo Joe Biden. “Todavía falta para la cumbre y podemos llegar a un acuerdo. Pero sí, tenemos que unirnos todos, buscar la unidad de América”.
Sin embargo, horas más tarde de las afirmaciones del mandatario, el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, acudió a Palacio Nacional, igual que el canciller Ebrard. Ambos se retiraron sin hacer declaraciones.
En la última llamada telefónica entre López Obrador y Biden –el 29 de abril–, el mexicano le planteó la necesidad de invitar a todas las naciones de la región, a lo que su par estadunidense respondió que lo analizaría. Fuentes de la cancillería dijeron ese día a La Jornada que eso fue motivo de un diferendo entre los dos mandatarios durante esa conversación.
–¿Sería un mensaje de protesta? – se le insistió al Presidente durante la mañanera.
–Sí, porque no quiero que continúe la misma política en América y quiero en los hechos hacer valer la independencia, la soberanía, y manifestarme por la fraternidad universal. No estamos para confrontaciones, sino para hermanarnos, unirnos. Y aunque tengamos diferencias, las podemos resolver cuando menos escuchándonos, dialogando, pero no excluyendo a nadie. Nadie tiene el derecho de excluir.
Para apoyar su posición, López Obrador se acogió a una frase de George Washington: “Las naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos”.
Consideró que la negativa a invitar a ciertos países responde al interés de grupos minoritarios en Estados Unidos que “sacan provecho de esa política facciosa, pero eso no es la mayoría del pueblo” estadunidense.
Insistió en su propuesta de la unidad de América y dejar atrás la política “intervencionista” de más de dos siglos.
Subrayó una vez más que el bloqueo económico a Cuba –firmado por el presidente John F. Kennedy en febrero de 1962– “es indebido e inhumano. Es una vileza utilizar una estrategia política de esta naturaleza con propósitos políticos-electorales”, expuso.
En cambio, ponderó que en su gira por Centroamérica y Cuba, “la gente nos trató de maravilla”, y eso no es un reconocimiento a su gobierno, sino al pueblo mexicano.
Contrastó con la “actitud irresponsable y servil” de Vicente Fox en el episodio del “comes y te vas”, para evitar que el comandante Fidel Castro se cruzara en Monterrey con George W. Bush. Y justo en su visita a Cuba, dijo, le informaron que Castro, por su afecto a México, evitó difundir en la isla ese “vergonzoso incidente, porque no quiso que se ofendiera al pueblo de México”.