Ciudad de México. La inversión extranjera directa (IED) ficticia hacia América Latina representa alrededor de 11.4 por ciento de los flujos que llegan a la región; en México esta proporción sube a 12.3 por ciento y sólo los recursos dirigidos al comercio se estiman en 48 por ciento, de acuerdo con un artículo publicado en la revista de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
México es el segundo país que más recursos ilícitos disfrazados de capital recibe de Luxemburgo y Países Bajos, sólo detrás de Brasil, donde esta proporción escala a 23.1 por ciento, según cálculos realizados por Katiuska King Mantilla, autora de La inversión extranjera directa en América Latina desde la perspectiva de los flujos financieros ilícitos. ¿Cocacolonización del ahorro?
La investigadora usa como referencia Luxemburgo y los Países Bajos para identificar inversión ficticia, por ser éstos “los principales conductores de IED” a los que recurren las multinacionales para operaciones de planificación financiera y fiscal, lo cual significa la búsqueda de mecanismos para reducir el pago de impuestos.
Expone que si bien la IED tiene un “efecto simbólico de la confianza en el país” e implica la formación de capital fijo y la transferencia tecnológica, también es fértil para el traslado de flujos financieros ilícitos y resulta negativa cuando las inversiones van al sector primario o extractivo.
Subraya que empresas de un mismo país o personas de alto patrimonio usan la IED para reintegrar recursos a su nación de residencia, con el objetivo de “beneficiarse de los incentivos a esta clase de inversión, fomentar la fuga de capitales y ejercer poder político en las decisiones de política económica para obtener mayores beneficios.
“La escasa creación de nuevo capital físico en la región se explicaría por el hecho de que una parte de las entradas de IED son en realidad meros artilugios financieros para que empresas locales aparezcan como nuevos inversionistas extranjeros, cuando en realidad dichos recursos provienen de la fuga de capitales o de ventas espurias que anonimizan al beneficiario y no incrementan el capital físico”, explica.
De acuerdo con un estudio de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, en América Latina y el Caribe, 11 por ciento de las filiales tenían como últimos beneficiarios a empresas de países de la misma región y 19 por ciento de las filiales las tenían como beneficiarios directos.
La inversión de ida y vuelta ha sido más analizada en China, por el tamaño de la economía y el tratamiento diferenciado al capital extranjero; pero en América Latina “una región caracterizada por una histórica y persistente fuga de capitales, estos procesos han sido poco estudiados”, además de que sólo dos tercios de la IED no crea nuevo capital físico, señala King Mantilla.