Ciudad de México. El legendario fotoperiodista Enrique Metinides, maestro de la oportunidad al capturar el momento en que el infortunio se ceba en la fragilidad humana, falleció la mañana de ayer a los 88 años.
Sus restos mortales fueron velados en la sucursal Félix Cuevas de la agencia Gayosso.
El pasado 29 de abril se difundió en redes sociales de paramédicos que Metinides había sufrido una lesión grave en la cabeza tras una caída y por ello entró a quirófano.
Durante medio siglo, el fotógrafo impactó en la prensa mexicana con sus imágenes de nota roja sobre hechos de violencia y tragedia. En el mundo artístico se le atribuyen semejanzas con parte de la obra del creador del pop art Andy Warhol.
Su trabajo fue exhibido con éxito en galerías de todo el mundo. En 2007, sus imágenes provocaron fascinación y sorpresa en Nueva York en la muestra de la galería Anton Kern en tributo a los 50 años de trabajo de Metinides viajando a bordo de las ambulancias de la Cruz Roja mexicana como parte de su labor para el diario La Prensa. En ese tiempo captó el instante preciso de la tragedia, del drama, del horror que puede brotar a la vuelta de cualquier esquina de una gran urbe.
A raíz del libro El teatro de los hechos, editado por Fabrizio León y Alfonso Morales en 2000 con el apoyo del entonces Gobierno del Distrito Federal, la obra de Metinides se valoró en espacios artísticos internacionales. A partir de entonces su obra se presentó con éxito en Europa y Estados Unidos, aunque siempre “a manera de síntesis”, dijo Mauricio Marcín, curador de Historias gráficas, exposición que en 2006 se presentó en la Universidad del Claustro de Sor Juana.
Su obra también se exhibió en 2010 en el Museo Andy Warhol, en Pittsburg, en la exposición Maimed in Mexico: The Early Car Crash Photographs of Enrique Metinides (Mutilados en México: Tempranas fotografías de accidentes automovilísticos de Enrique Metinides). Según la curaduría de Eric Shiner, existen semejanzas entre las imágenes de este fotógrafo mexicano y las pinturas de la serie Car Crash, de Andy Warhol.
El “maestro de la oportunidad” nació en la Ciudad de México en 1934, de padres griegos y bajo el nombre de Jaralambos Metinides Tsironides. A los nueve años de edadrealizó las primeras fotografías de accidentes. A los 12 años empezó a tomar fotos en una delegación de la policía capitalina y desde 1950 se dedicó de manera profesional a la fotografía de nota roja. Desde entonces tuvo el apodo de Niño.
Decía que la escuela policiaca es “muy ágil, hay que pasársela corriendo y disparar la cámara como cazador. No es lo mismo ir a un acto oficial, donde aunque gastes 20 ro-llos te sale siempre lo mismo. La ima-gen de nota roja es fugaz, si no disparas a tiempo, se va para siempre”.
Al principio, recordaba, le tembla-ban las manos por los nervios al capturar imágenes de cadáveres: “Era un niño. Parece broma pero no. Me fui haciendo duro. Cuando se morían amigos y familiares lo veía como algo normal. Si alguien no está acostumbrado, se traumaría”.
Enrique Metinides sostenía: “siempre he tenido miedo de morir quemado”, el fotógrafo cuyas imágenes atestiguan miles de fallecimientos y las variadas formas irracionales de morir en la Ciudad de México: accidentes automovilísticos, suicidios, ahogados, venganzas pasionales, electrocuciones, robos, enfrentamientos entre la policía y los criminales, quemados.
Vivía en un departamento que da a la avenida Revolución, donde, relatan sus allegados, no dejaba penetrar la luz. Tenía varias televisiones con sistemas de cable que le permitían observar el mundo, videocaseteras que lo grababan y radios encendidos para detectar lo que sucede en la Ciudad de México, así como colecciones de juguetes, ambulancias y carros de policías.
Metinides explicaba que sus encuadres fotográficos se basaban en las películas en blanco y negro, policiacas y de gánsters: “Me gustaba cómo los directores tomaban en cuenta las reacciones de la gente. En una película que fue definitiva hay una escena de una vendetta en la que incendian un edificio, que sólo se ve al reflejarse las llamas sobre las caras de los testigos”.
Mencionaba que usaba un lente gran angular para eliminar elementos que serían posteriormente censurados. “Cuando vino la fotografía a color, se me ocurrió tomar la foto con el lente en el piso. Así la sangre se pierde, porque el charco queda de perfil (…) En primer término sale el zapato o la mano o la pistola.”
En 2015, Trisha Ziff dirigió el documental El hombre que vio demasiado, en que se explora la trayectoria de Metinides, disponible en
Mauricio Marcín opinó que las imágenes del fotorreportero “evidencian lo que Salvador Novo advirtiera hace décadas: para conocer una ciudad inabarcable e irrepresentable como la de México, la mejor forma es ejerciéndola. Metinides lo hizo junto al sucesivo tiempo, el resultado de ese ejercicio son las miles de historias capturadas en sus imágenes y difundidas por los medios masivos para consumo de voyeuristas y mirones”.