Ciudad de México. Disciplina, sacrificio, empeño y amor por el deporte son de los mejores valores que una madre puede inculcar a sus hijos, pero nada de eso ha sido fácil para las mujeres que han optado por ser atletas de alto rendimiento, quienes diariamente enfrentan múltiples retos, tanto en su carrera profesional como en la vida diaria.
Dejar a sus hijos encargados por largos periodos, incluso por meses, y recuperar lo más pronto posible la condición física después del parto, son sólo algunos de los desafíos que superan al ser madres y al mismo tiempo deportistas profesionales, cuyo máximo logro, más allá de cualquier medalla o título, es el bienestar de su familia.
Para Esmeralda Verdugo, integrante de Xolas, lo más difícil que ha vivido como madre y futbolista es alejarse de su hija Ximena varios meses cuando militaba en el club América.
Relató que dejar tanto tiempo a su pequeña le hizo pensar en retirarse de las canchas, sobre todo, cuando una entrenadora no le dio autorización de ausentarse para ir a verla. “Me dijo que ese no era su problema, lo que más me sorprendió es que ¡una mujer! no entendiera mi situación”, comentó en entrevista con La Jornada.
Cuando llegó a las Águilas tuvo que dejar a su hija en Tijuana al cuidado de su papá y su abuela paterna. “En ocasiones me daban permiso y la visitaba, pero sólo por dos o tres días, y luego pasaban semanas o meses, antes de que volviera a verla.
“Eso me hizo cuestionarme muchas veces si valía la pena perderme tantos momentos importantes en la vida de mi hija por cumplir mi sueño. Afortunadamente pude incorporarme a Xolas y ahora estoy con ella todos los días, y al mismo tiempo desempeño mi carrera como futbolista profesional”, mencionó.
La mediocampista, quien también formó parte del club León, relató que otro reto que tuvo que afrontar fue recuperar su ritmo futbolístico. “Esa parte fue un poco complicada para mí, pero afortunadamente, como seguí entrenando al estar embarazada, la recuperación fue rápida y pude volver pronto a las canchas”, sostuvo.
Asimismo, indicó que ha recibido apoyo en todos los equipos en los que ha jugado, principalmente en cuestión de permisos y de poder llevar a su hija a los entrenamientos; sin embargo, consideró que los clubes “deberían ayudar un poco más a quienes son madres, tal vez con un servicio de guardería temporal o con un seguro médico que también cubra la salud de nuestros hijos, como sucede con la mayoría de las mamás trabajadoras”.
Por su parte, la luchadora profesional Marcela, quien cuenta con una trayectoria de más de 30 años, coincidió en que lo más complicado de ser madre y atleta “es dejar a tus hijos mientras estás de gira, como en mi caso, que tenía que ir a Japón por largas temporadas, en ocasiones por más de seis meses, pues debía trabajar mucho para mantener a dos niños. Lo más difícil para mí fue cuando en una ocasión regresé y mi hija no me reconoció”.
La gladiadora narró que por casi tres años consecutivos realizó extensas giras por tierras niponas, lo cual, además de permitirle obtener el sustento para su familia, le brindó “la gran oportunidad de aprender más de mi deporte y ser conocida en ese país.
“La lucha libre japonesa es muy prestigiada a nivel mundial, y para ser de las mejores tienes que enfrentarte a ellas, por eso me gustaba ir, sabía que iba a adquirir mucha experiencia, pero sufría demasiado cuando debía alejarme de mis pequeños. En ese tiempo no había celulares y no se podían hacer videollamadas como ahora, entonces les marcaba esporádicamente. Mi mamá los cuidaba y gracias a ella pude cumplir dos de mis sueños: ser madre y triunfar arriba de los cuadriláteros.”
Destacó que sus compañeros de profesión también le ayudaron a cuidar a sus hijos. “En las funciones, mientras yo salía a pelear, ellos los cargaban y les daban el biberón, o a veces, los tenía que dejar en una butaca y ellos les echaban un ojo”.
Tal acercamiento a los encordados hizo que su hija menor también quisiera dedicarse a la lucha libre, lo cual, a decir de la gladiadora, “es muy motivante, pero también me angustia mucho, pues no me gusta ver que le peguen”.
Con una llamativa máscara y bajo el nombre de Skadi, la hija de Marcela poco a poco se ha abierto camino en el pancracio, e incluso han llegado a pelear juntas. “Es un orgullo que haya seguido mis pasos, pues sé que fui su ejemplo, pero nunca dejaré de preocuparme cada que suba al ring”, aseveró la gladiadora.
A su vez, la boxeadora Yessica Kika Chávez, quien tuvo que dejar vacante su título mosca del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) debido a la maternidad, señaló que su hija Alondra es su “mayor impulso” para regresar, próximamente, a recuperar su cetro.
“Tener un hijo es el mejor regalo que puede tener una mujer, en mi caso, ha sido una experiencia inigualable. Mi vida sí se ha visto modificada al ser madre, pero para bien, pues todos los días me inspira a ser una mejor persona y darle un buen ejemplo”, aseveró la también campeona mundial Diamante.
Entre risas, admitió que no le gustaría que su pequeña se dedicara al boxeo; sin embargo, manifestó que “una de las principales tareas de las mamás es apoyar a sus hijos, y definitivamente lo haré si también decide ponerse los guantes o practicar cualquier deporte que le apasione”.