Ciudad de México. Una de las violencias más crueles a las que recurre el Estado es el entrenamiento “militar de élite” que reciben los llamados kaibiles guatemaltecos, “que en realidad es una forma de deshumanizar a los soldados, para luego aterrorizar, reprimir o controlar a la población civil”.
Las consecuencias de ese entrenamiento se ven reflejadas en las distintas voces de los personajes que se reúnen en la novela A veces despierto temblando, de la escritora Ximena Santaolalla (Tlanalapa, Hidalgo, 1983), texto literario con el que fue ganadora del Premio Mauricio Achar 2021.
Esta es la primera novela de la también abogada y sicoterapeuta, la cual le llevó a la autora cinco años de investigación y documentación, así como de escritura, para lograr captar el habla de los personajes.
Es una “novela coral que da voz a diversos protagonistas de la violencia de Estado, y que recurre en ciertos momentos al género del thriller”, explicó Santaolalla, en charla con La Jornada.
Control a través del terror
Uno de los entrenamientos “más respetados dentro de la milicia de élite”, junto con el Mossad, en Israel y el de Estados Unidos, es el entrenamiento kaibil. Para la autora, llama la atención que se desarrolle ese tipo de entrenamiento en un país como Guatemala.
“Se trata de un sistema en el que los soldados puedan llevar a cabo los actos más atroces que la mente humana pueda imaginar, para, de esa forma, aterrorizar a la población y controlarla, y que ésta haga lo que el ejército espera.
“Es un entrenamiento que implica deshumanizar a los soldados, al grado de que no importe qué se les ordene.”
Esos fueron los kaibiles que operaron durante la dictadura militar de Efraín Ríos Montt, en Guatemala, considerado uno de los representantes más duros de los gobiernos militares en Centroamérica, pues, durante su régimen fueron asesinadas o desaparecidas unas 100 mil personas en el año y medio que duró su régimen.
De acuerdo con Ximena Santaolalla, a través de la llamada Operación Sofía se implementó un operativo para acabar con buena parte de la población originaria maya ixil, en la región norte de Guatemala.
“La palabra que se usaba era ‘recuperar’ las tierras que habitaban los indígenas, para devolverlas a empresas privadas, cuestión que también tenía que ver con la posibilidad de que hubiera petróleo en esas zonas. En ese momento se acabó con 33 por ciento de la población maya ixil.”
A veces despierto temblando, explicó la autora, tiene como contexto histórico el entrenamiento de los kaibiles, la dictadura de Efraín Ríos Montt y el genocidio maya en los años 80.
Trece voces
Publicada por Penguin Randon House, es una novela en la que la autora da voz a 13 personajes, que desde su perspectiva dan testimonio, en primera persona, de sus vicisitudes.
La idea fue no sólo dar la voz a las víctimas, comentó Santaolalla, por ello es que entre los protagonistas del conjunto de historias, se encuentran tres kaibiles, con la finalidad de explorar los motivos que llevan a una persona a cometer altos niveles de crueldad, lo que, a final de cuentas, habla sobre una violencia de Estado inhumana.
“Uno de los personajes representa a aquellas personas o militares que siempre han disfrutado de hacer daño, que albergan ciertos rasgos de sicopatía, como el personaje del comandante kaibil Francisco Chinchilla; otro es una persona muy sensible, que se propone ser feliz como cualquiera, pero que con el entrenamiento se convierte en asesino y termina haciendo cosas atroces; hay un tercero, a quien finalmente le gustó hacer daño, y quizás eso no lo hubiera sabido, si no lo hubieran secuestrado y obligado a entrar al servicio militar.”
En ellos, agregó la autora, se aprecia cómo van perdiendo su humanidad.
En este trabajo literario también se encuentra la voz de las mujeres, como Estrella, una mexicana del estado de Guerrero, que ingresa también al servicio militar, con la cual puede contrastar la autora “cuál es la violencia que se ejerce sobre el hombre versus la violencia contra la mujer, en la que más allá de ser física existe un componente sexual, como forma de humillación y sometimiento”.
Otra voz es la de Victoria, una maya ixil, inteligente y sensible, testigo de la forma en que su aldea desaparece por completo, con el argumento de que podría ser refugio y centro de abastecimiento de los guerrilleros.
A veces despierto temblando, concluyó la autora, es reflejo de la violencia de Estado, cuyas consecuencias tienen que ver con un permanente e irreparable trauma social y daño emocional por generaciones, así como con el fenómeno de la migración, provocada por esa misma violencia.