Como broma macabra, para no decir desgracia, ha comenzado a circular una lista de posibles candidatos a la jefatura de Gobierno de la ciudad, y no queda más que parece el directorio del terror.
A los nombres de Clara Brugada y Martí Batres se agregó, como si con esos dos no fuera suficiente, el de Luisa María Alcalde, la secretaria del Trabajo. Así de mal andan las cosas.
No sabemos si estos nombres se expusieron ya con las bendiciones requeridas, o si sólo son un juego de tanteo para saber cuáles son las reacciones de la gente frente a esos personajes, pero lo cierto es que Morena ya empezó a caminar por el filo de la navaja.
Sabemos que la lista, que comprenderá a los aspirantes, será sometida a una encuesta. La idea, repiten en Morena, es que todos tienen derecho a sentirse con las aptitudes necesarias para gobernar una de las ciudades más conflictivas del mundo, aunque eso sólo sea una falacia con la que algunos les han estado engordando el ego a los que suponen que pueden enfrentarse al monstruo urbano de la CDMX.
Lo cierto es que hoy, como nunca en más de un par de décadas, la ciudad está en peligro; es decir, la posibilidad de que las próximas elecciones marquen un rumbo diferente al de las izquierdas no es algo descartable. Todos los misiles de la oposición señalan a esta capital como su blanco.
Derrotar a la izquierda, es decir a Morena en su bastión, es de la mayor importancia para la oposición de derecha, no para Morena, que a fin de cuentas ha probado que la encuesta es un método que lleva al fracaso, porque los candidatos que de ahí salen –no todos, por supuesto– son un fiasco, pero se pone en peligro el proyecto de país que busca la transformación.
Sí, la Ciudad de México está en riesgo, y no se trata de que la jefa de Gobierno gobierne mal, eso no, sino de las condiciones que han impuesto una serie de situaciones ajenas al desempeño gubernamental y que han impactado las conciencias de muchos en esta capital, cosa que combinada con la mentira y la difamación forman un caldo de cultivo muy apropiado para los apetitos de la misma derecha.
Por eso resulta tan importante que de la 4T surja alguien que con trabajo, sin golpes mediáticos y fracasos evidentes haya demostrado durante su carrera no sólo que conoce la ciudad, sino que sabe de sus problemas y los haya enfrentado con éxito. Condiciones que, por otro lado, está muy lejos de cumplir cualquiera de los tres de la primera lista, aunque cualquiera podría ganar la encuesta.
Perder la capital del país, hasta ahora el bastión de la izquierda, se podría dar en caso de que la encuesta fallara al escoger candidato.
El análisis de quién deberá tomar las riendas de la ciudad debe ser muy cuidadoso, y aunque todos los militantes tengan derecho, no todos son aptos para gobernar. Los puestos de trabajo deben hablar, eso debería ser determinante.
Sí, la voz la tiene la gente, pero cómo evitar que sobre ella se ciernan factores de condicionamiento como campañas mentirosas o el desconocimiento de las virtudes de los otros.
Cuidado con la ciudad, una o un mal candidato podría significar la debacle. Ojalá se tenga por ahí un as bajo la manga y nos den una buena sorpresa. Ojalá.
De pasadita
Alguien tenía que haberle dicho a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, que el asunto del Metro y sus declaraciones tendrían una respuesta y que para ello debería estar preparada.
Para la empresa investigadora de lo sucedido en la línea 12, como ahora está más que claro, el asunto es político y tenían que pegar primero, lo peor para ellos, de entrada, fueron las descalificaciones que hizo la jefa de Gobierno sobre su trabajo, aunque no diera datos precisos sobre el asunto.
Ahora, una filtración bien dirigida pretende dañar la credibilidad de Claudia Sheinbaum, pero fue tan burda la entrega del documento que comprueba que en el asunto hay intereses que bailan a un ritmo que se marca en otras esferas del poder. Aguas.