Hay algo trágico en todo boxeador reducido por un oponente. La derrota tiene algo de teatral. Saúl Canelo Álvarez –algunos dirán que por obra de mercadotecnia; otros reconocerán sus méritos– acostumbró a representar la imagen del atleta invencible. El rival fuerte que apabulla a quien se le ponga enfrente sin importar las desventajas aparentes. Eso hasta la noche del sábado pasado en Las Vegas, cuando el ruso Dmitry Bivol, campeón en semipesado, exhibió al mexicano en su dimensión más precaria.
“Canelo ya llegó a su límite y lo vimos ante Dmitry Bivol”, analiza José Benavidez, experimentado entrenador y padre de David Benavidez, boxeador considerado adversario natural para Álvarez en peso supermediano.
“El ruso no hizo nada espectacular y con eso le alcanzó”, considera Benavidez; “Saúl llegó a su máximo y ya aprendió todo lo que podía, ya no lo veremos hacer nada nuevo o sorprendente. Y los rivales ya aprendieron a pelearle”.
El argumento de Benavidez no busca restar méritos al Canelo. Lo reconoce como hábil, fuerte y disciplinado. Sin embargo, la percepción que Saúl y su equipo construyeron, de que no había nadie que pudiera vencerlo en supermediano, los llevó a correr un riesgo desproporcionado en una categoría que le queda grande, los semipesados.
“No deben perderle respeto al peso”, advierte Benavidez; “por eso existen las divisiones y por más que lo desarrollen con músculos, quedó claro que pierde velocidad y potencia. Con poco, Bivol lo mantuvo a raya y lo golpeó bastante”.
Como nunca había ocurrido en su carrera, porque ante Floy Mayweather –quien le propinó su primera derrota– el problema fue que el mexicano no podía conectarlo, ante Bivol los golpes del Canelo parecían inocuos, con poder y sin capacidad de hacer daño a un oponente que se veía entero hasta el final del combate.
Fue dramático –agrega Benavidez– ver cómo al Canelo se le agotaron los recursos y de pronto se quedaba estático, sin opciones para enfrentar a Bivol. Todo lo que oponía eran golpes volados que buscaban la cabeza del ruso y su habilidad para quitarse golpes, que no siempre funcionó.
“Dijo que pensaba exigir la revancha a la que tiene derecho por contrato”, comenta Benavidez; “yo creo que deberían pensarlo antes de hacerla válida. Ya vimos que como tanquecito lento no hace daño y, al contrario, recibe golpes innecesarios. En una revancha hasta podrían lastimarlo”.
El entrenador piensa que el futuro del Canelo está en la división supermediano. Ahí puede dar grandes peleas si busca lo mejor entre los rivales, entre los cuales menciona a su hijo David, sin volver a exponerse “en una categoría en la que por más que trabaje, su cuerpo no le va a responder”.
“Hay que reconocer, eso sí, el valor que tiene”, concluye Benavidez.