La reflexión por la que empieza Mario Vargas Llosa la novela Conversación en La Catedral me ha hecho pensar en qué momento nos hemos jodido nosotros. Nuestra historia ha sido de “las oportunidades perdidas”. Me concentraré en las coyunturas recientes.
El éxito del desarrollo estabilizador de Ortiz Mena que nos pudo haber llevado a una plataforma de crecimiento es echado a perder por el carácter autoritario y paranoico de Díaz Ordaz, concretado en la espantosa matanza del 2 de octubre. Si cabe algo peor, está en el engaño de Luis Echeverría, en la falsificación de la apertura democrática que derivó en una guerra sucia y en un desastre económico.
Luego vino el error de cálculo de López Portillo, que creyó que el alza del precio del petróleo sería indefinida y que nos daría una abundancia que habíamos buscado el resto de nuestra historia. LP provocó una caída que subió la deuda externa de 26 mil millones de dólares a 88 mil.
Miguel de la Madrid resultó otro engaño, con un crecimiento económico cero, la mayor inflación de nuestra historia y una voluntad de alterar el resultado electoral hasta culminar en el enorme fraude de 1988. ¿Y Salinas de Gortari? Despertó la esperanza para defraudarla. En 1991 tenía el control político que había perdido tres años antes y en lugar de aprovecharlo para hacer una reforma definitiva, quiso rescatar el sistema para apropiárselo en su propio beneficio.
Ernesto Zedillo entendió que no podía continuar con los fraudes y garantizó el respeto a las elecciones, y con ello la alternancia en la Ciudad de México, en el Congreso y en la Presidencia, pero nos impuso un fraude colectivo con el Fobaproa, que no hemos acabado de pagar. Fox, después de haber triunfado con la bandera de la democracia, la traiciona. Interviene en las elecciones de 2006, impide la segunda alternancia y pierde toda legitimidad.
En 2012, EPN gana rebasando 13 veces el monto de gasto permitido, pero en 2018 se produce una especie de milagro y los resultados electorales son reconocidos. AMLO gana e inicia otro régimen. En 2021 hay elecciones limpias y justas y la oposición avanza en varios espacios.
¿Qué podemos esperar para salir de jodidos? Nos espera una tarea que tomará muchas vidas. Gobiernos conservadores en lo financiero y progresistas en lo social, respetuosos de las elecciones que garanticen la continuidad de lo esencial y la alternancia, y por supuesto una lucha colectiva contra la corrupción.