Kabul. El líder supremo de Afganistán y jefe de los talibanes, Hibatullah Akhundzada, decretó ayer que todas las mujeres en el país usen burka en público, un velo que las cubre todo el cuerpo, con lo que impuso la restricción más severa contra la libertad desde que los islamitas se hicieron con el poder en agosto.
“Las mujeres que no sean ni demasiado jóvenes ni demasiado mayores tendrán que cubrir su rostro cuando estén frente a un hombre que no sea miembro de su familia”, para evitar la provocación, precisa el texto. Si no tienen algo importante que hacer en el exterior, es “mejor para ellas que permanezcan en casa”, añade.
El decreto detalla también los castigos a los que se exponen los responsables familiares que no hagan respetar el uso del velo integral. Las dos primeras faltas merecerán una advertencia. A la tercera, irán tres días a la cárcel y si reinciden, serán conducidos ante un juez. Además, si una funcionaria no lleve este tipo de velo será inmediatamente despedida.
Desde el retorno al poder del grupo islamita, a mediados de agosto, el Ministerio de la Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio publicó varias consignas sobre cómo debe vestirse la población femenina, pero se trata del primer decreto nacional sobre el tema. Hasta ahora, el grupo islámico habían exigido que ellas usaran como mínimo un hiyab, un manto que cubre la cabeza pero deja descubierto el rostro, aunque recomendaban el uso del burka.
Los talibanes impusieron el uso del velo interal durante su primer régimen, entre 1996 y 2001, durante el cual llevaron a cabo una fuerte represión contra los derechos de la población femenina, de acuerdo con su interpretación rigorista de la sharía, la ley islámica.
“Estamos extremadamente preocupados porque los derechos y el progreso que las afganas lograron y disfrutaron en los recientes 20 años se están erosionando”, indicó un vocero del Departamento de Estado.
A Washington y sus socios internacionales, señaló, les inquieta “profundamente los pasos recientes dados por los talibanes” en relación con las mujeres y las niñas, incluidas las restricciones a la educación y los viajes.
La Organización de Naciones Unidas repudió el nuevo código de vestimenta y conducta femeninas, y acusó al movimiento fundamentalista de traicionar sus compromisos de libertad adoptados tras reconquistar el país.