Las profecías sobre el “Nuevo Siglo Americano” han quedado atrás y la reemergencia de la República Popular China, no sólo como potencia económica, sino también como actor global, es incuestionable. Los intentos del imperio estadunidense para desarrollar su política de unipolaridad han quedado sepultados sobre los escombros de un mundo occidental que intentó ser forjado a imagen y semejanza de Estados Unidos, afirma la introducción –que resumimos– a una serie de notas sobre este tema del prestigioso Instituto Tricontinental de Investigación Social.
El deseo de un mundo capitalista occidental y globalizado no ha cumplido las expectativas ni de sus defensores más entusiastas. Hoy asistimos a un mundo multipolar, más allá de los deseos de globalistas, neoconservadores y americanistas. Claro que esta situación ha favorecido la emergencia de movimientos de nueva derecha y de viejas derechas con nuevos disfraces. La crisis de hegemonía imperialista pone sobre la mesa profundos desafíos, pero a la vez grandes oportunidades.
Para la región latinoamericana que por años EU ha considerado su patio trasero, la decadencia del imperio y la formación de un mundo multipolar desde 2001 en adelante, acelerada desde la crisis de 2008, abre una serie de posibilidades y nuevos debates acerca de cuáles son los márgenes de autonomía para un proceso de desconexión que priorice las necesidades de las mayorías populares.
¿Qué condiciones otorga la reemergencia de China y su peso global para ganar grados de autonomía nacional en este contexto? ¿Qué rol pueden jugar los procesos de integración de América Latina a favor de utilizar nuestros recursos para satisfacer las necesidades de las mayorías? América Latina es hoy atravesada por una dinámica pendular. Por un lado, nuevos proyectos populares que logran llegar al Estado como emergente de las luchas que se desarrollaron para hacer frente a la nueva ofensiva de las clases dominantes y el imperio estadunidense. Por otro lado, una serie de expresiones de derecha con altos grados de legitimidad, incluso a costa de poner en crisis las bases de su propia democracia burguesa (https://bit.ly/3N1F1ZJ).
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