“Hay que aprovechar plenamente el poder de los libros. Debemos garantizar el acceso a ellos para que todas las personas encuentren refugio en la lectura y puedan así soñar, aprender y reflexionar”, declaró hace un año, seguramente con voz más solemne que la frase, Audrey Azoulay, directora general de la Unesco, con motivo del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, si bien la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura continúa plegándose a los criterios del pensamiento único, al reduccionismo cultural y al animalismo a rajatabla.
Proclamada por la Unesco en 1995, esta fecha coincide con la de la desaparición en 1616 de los escritores William Shakespeare −primero lo anglosajón, con perdón− Miguel de Cervantes y el inca Garcilaso de la Vega, y rinde homenaje a los libros y a los autores y fomenta el acceso a la lectura para el mayor número de personas posible.
Y no obstante que la antojadiza Unesco designó a la ciudad de Guadalajara, México, como Capital Mundial del Libro 2022, distinción que el organismo le otorgó por todo un año y en el que la región se compromete a que la literatura y los libros, sean un vehículo para promover la cultura de la paz en el espacio público, en los barrios y en las colonias, la rica bibliografía taurina jalisciense no recibió ninguna lectura en voz alta ni hubo peña que celebrara en el Nuevo Progreso o en un lienzo, en un parque o en el domicilio social que aquella ostente, algún homenaje al libro en general y al libro taurino en particular. Pasan por alto que a una fiesta analfabeta se la veta, como diría el soso ripioso.
“Mientras que en muchos países se celebró el Día Mundial del Libro, en México ni autoridades ni agrupaciones hicieron mayor mención de tan importante fecha. En España, la Plaza de Las Ventas llevó a cabo una fiesta del libro taurino, y en mi portal bibliotoro.com celebramos la fecha subiendo tres libros en PDF − Manuel Granero, su vida, su arte, su muerte; Rodolfo Gaona en España, temporada de 1908, e Historia del toreo en México. 1887−, con la intención de subir otro más cada viernes por la noche para que el lector serio tenga la posibilidad de adentrarse en nuestro acervo antiguo, hasta ahora con 24 documentos digitalizados, mismos que en su pantalla puede abrir y ampliar a voluntad, nítidos y alineados, en colores originales, con grabados, pinturas o fotos”, comenta Salvador García Bolio, director de bibliotoro, quien añade:
“Es la oportunidad de irse haciendo del rico acervo bibliográfico taurino de México y del mundo, descargarlo en la computadora, hacerlo propio y enviarlo a otros lectores. Descubrir, por ejemplo, que en reglamentos aparentemente obsoletos se establece un máximo de tres minutos para matar al toro o, en su defecto, ser devuelto. Estos y muchos descubrimientos más sin necesidad de buscar en librerías, bibliotecas o archivos. Comparto mi trabajo con la mayoría posible de personas para mostrar la grandeza de la fiesta, hoy tan escamoteada por una modernidad sin perspectiva.
“Literalmente los libros de mi biblioteca ‘los mando a volar’, ya que al descargar esa bibliografía en PDF el número de lectores se multiplica. Antes que bibliófilos muchos son meros compradores y acumuladores de libros, más como estatus que como amantes apasionados del libro. Si la cultura no se comparte y expande, se convierte en capricho de minorías sin sensibilidad cultural. Descargar y compartir esos libros es darle sentido al efecto multiplicador del fenómeno cultural por medio de Internet y sus beneficios mediante la lectura”, concluye García Bolio.