Hace unas semanas que los servicios de las tres instituciones sufrieron un percance. Siapa (Servicio Intermunicipal de Agua Potable) de la zona metropolitana de Guadalajara tuvo que enfrentar una fuga de agua en la esquina de la casa de ustedes. El agua se derramaba al anochecer y cuando amaneció no quedaban ya rastros del incidente. Quiero subrayar que el tal Siapa es una empresa oficial…
Pocas horas antes, la tempestad arrasó con quién sabe qué instalaciones y esa noche nos quedamos sin luz, pero en la mañana ésta ya había sido reinstalada y todo pasó a la normalidad. Quiero subrayar que la CFE es también una empresa oficial.
Resulta también que, para fomentar aún más el recogimiento y la reflexión, esa misma tarde dejaron de funcionar las dos líneas de teléfono que hay en mi domicilio, en el cual tengo instalada mi oficina y biblioteca. Dos semanas después seguían sin funcionar. ¿Es necesario que recuerde que Telmex es una empresa privada usurpando funciones que deberían ser públicas? Su condición hace de ella una institución en la que prioritariamente se trata de ganar dinero y no de prestar un servicio… su voracidad da lugar a un buen negocio, en vez de que su función primigenia sea la de asistir a la ciudadanía.
No es la primera vez que una línea queda sin servicio durante un buen tiempo, pero ahora se esmeraron, pues salieron del aire las dos. Hay que reconocer que se está superando.
Ello me induce a recordar que debería haber una marcada diferencia entre la atención a la ciudadanía y la satisfacción económica de los patrones. Es decir, hay tareas que corresponden a las empresas privadas y se supone que de ellas deben desprenderse utilidades. Pero hay otras que constituyen un servicio público y ésta es su función principal.
La eficiencia de unas se mide por los balances y las utilidades legítimas, la de las otras se mide por la satisfacción de los usuarios. A pesar de los pesares, el teléfono continúa siendo un instrumento necesario para la vida hogareña y el desempeño profesional, de manera que la obligación de la empresa es ofrecer el mejor servicio posible.
Ello viene a cuento también en la desatada confrontación de quienes pretenden dejar el manejo de la energía eléctrica en manos del sector privado –y, peor aún, extranjeras– que, evidentemente, procuran medrar y no servir.
La pésima experiencia de tal situación nos la ofrece la propia España, sede de las voraces corporaciones que han llegado a controlar la electricidad peninsular y también han metido sus narices y garras en nuestro país, en una operación similar al antiguo trueque de espejitos por piezas de oro y plata…
El daño que le han hecho a la economía y a la ciudadanía de España es inconmensurable ya, no obstante hay dizque mexicanos que abrazan la idea de que hagan lo mismo aquí.
Aquel precepto de economía mixta que prevalecía antaño se desvió, dando lugar a que compañías que deben ser privadas pasen a manos del gobierno, pero no por ello deberíamos de caer en el juego de que las empresas que deben ser controladas por el gobierno caigan en manos privadas.