Uno. En la sobremesa, tres generaciones de una familia progre: el nieto que estudia arte dramático dice con tono pesimista: “El mundo marcha indefectiblemente hacia el neofascismo”. El abuelo (que ya sabe más por diablo) responde con optimismo: “nada está escrito”. Y la mamá (realista, memoriosa) interpela: “¡ay, papá!... ¿no decías que el mundo marchaba ‘indefectiblemente’ hacia el socialismo?”
Dos. Telón de fondo de la plática familiar: la guerra de Ucrania. Que, junto con los misiles, las bombas, el sufrimiento, la destrucción, la sangre derramada, estimula un estado de ánimo distinto al optimista de finales de la Segunda Guerra Mundial (1945), cuando los vencedores brindaban diciendo: “Nunca más”.
Tres. Extractos del discurso del mayor general Smedley Butler en 1933, con motivo de su retiro del cuerpo de marinos: “La guerra sólo es un latrocinio. Un latrocinio que es mejor caracterizado como algo que no es lo que parece a la mayoría de la gente. Sólo un pequeño grupo interno sabe de qué se trata. Se conduce para el beneficio de muy pocos al costo de las masas”.
Sigue: “El problema con Estados Unidos es que cuando un dólar sólo gana 6 por ciento aquí, se inquieta y se va al extranjero para ganar 100 por ciento. Entonces la bandera sigue al dólar y los soldados siguen a la bandera. Yo no regresaría de nuevo a la guerra como lo he hecho antes para proteger a una despreciable inversión de banqueros”.
Finaliza: “En suma, fui un estafador, un gángster para el capitalismo […]. Viendo hacia atrás, creo que le podría haber ofrecido algunas indicaciones a Al Capone. Lo más que él logró fue operar su latrocinio en tres distritos. Yo operé en tres continentes”.
Cuatro. Condecorado por su heroísmo en combate (dos medallas de honor, la más alta condecoración de su país), el mayor general Smedley murió en 1940, a los 59 años. Las bombas de los aviones nazis arrasaban Londres y los banqueros de Wall Street se tomaban su tiempo para salir en auxilio del “mundo libre”.
Cinco. A casi cuatro años de iniciada la guerra y a seis meses de la victoria soviética en Stalingrado (que frustró el tercer intento de Occidente para quedarse con Rusia), los aliados desembarcaron en Sicilia (julio de 1943). Un desembarco imposible sin la ayuda del very good fellow Lucky Luciano, capo de la mafia que fue liberado de su prisión en Estados Unidos a cambio de “cooperar” en la campaña de Italia.
Seis. De 50 millones de muertos (aproximadamente), Estados Unidos sufrió poco más de 400 mil, y Rusia de 28 a 30 millones de muertos. Entonces, las potencias vencedoras aprobaron la hermosa Carta de Francisco, que dio lugar a la constitución de la ONU (1945). Pero cuatro años después, Washington y Londres impusieron a Europa la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Por falta de espacio, sugiero al lector que revise en Wikipedia las andanzas de la Operación Gladio de la OTAN.
Siete. Apuntemos el destino de cinco altos oficiales del Ejército nazi (Wehrmacht): 1) general Hans Speidel, jefe del staff de Erwin Rommel durante la Segunda Guerra Mundial, y comandante supremo de la OTAN (1957-63); 2) general Adolf Heusinger en las campañas de Europa central (1938-44), y comandante de la OTAN (1957-61); 3) general Johann von Kielmansegg, oficial del alto mando de la Wehrmacht (1942-44), y comandante en jefe de la OTAN (1967-68); 4) piloto de guerra Johannes Steinhoff, miembro del staff de la OTAN (1971-74); 5) mayor Ernst Ferber, condecorado con la Cruz de Hierro (1943-45), y comandante de la OTAN (1973-75).
Ocho. Preguntón, el nieto comenta: si el nazifascismo fue derrotado en el campo militar... ¿a causa de qué no pudo ser erradicado de las mentes supremacistas de la “civilización occidental”? Agrega: ¿cuál de las ideologías y partidos de entonces, continúan vigentes? Porque el drama salta a la vista, a saber: un comediante siniestro que oficia de presidente de Ucrania, otro que se autoproclama “presidente” de Venezuela, y ambos apoyados por la superpotencia que en la OEA sostiene a un mafioso golpista, y en la ONU a un muñeco de paja que trabaja de secretario general.
Nueve. Prestemos atención al nieto (¡el futuro!), que acaba de participar en la obra de Bertolt Brecht La resistible ascensión de Arturo Ui, haciendo el papel del mafioso de Chicago que vive del negocio de la protección, mediante la extorsión y eliminando despiadadamente a toda oposición. Brecht se inspiró en dos personajes de la época: Al Capone y Hitler. Drama, escrito en 1941, que termina con una frase profética: “Aún es fecundo el vientre del que surge la bestia inmunda”.
Diez. Nieto, abuelo y mamá llevan su parte de razón. Aunque de una razón proclive a hipótesis demasiado abstractas y conclusiones que de poco sirven para definir el camino a seguir.