Madrid. Las hierbas marinas liberan grandes cantidades de azúcar en sus suelos, principalmente en forma de sacarosa: más de un millón de toneladas, suficiente para 32 mil millones de latas de refresco.
Tan altas concentraciones son sorprendentes. Por lo general, los microorganismos consumen de forma rápida cualquier azúcar libre en su entorno. Los científicos descubrieron que los pastos marinos excretan compuestos fenólicos, y estos disuaden a la mayoría de esos seres de degradar la sacarosa, lo que asegura que ésta permanezca enterrada debajo de las praderas marinas y no se convierta en dióxido de carbono y devolverse al océano y la atmósfera.
Los pastos marinos forman exuberantes praderas verdes en muchas áreas costeras del mundo. Son uno de los sumideros globales más eficientes de dióxido de carbono en la Tierra: un kilómetro cuadrado de ellos almacena casi el doble de carbono que los bosques en tierra, y 35 veces más rápido.
Ahora, científicos del Instituto Max Planck de Microbiología Marina hallaron que esos pastos liberan cantidades masivas de azúcar en sus suelos, la llamada rizosfera. Las concentraciones de azúcar debajo de ellos fueron al menos 80 veces más altas que las medidas en otros ambientes marinos. “Para poner esto en perspectiva: estimamos que en el mundo hay entre 0.6 y 1.3 millones de toneladas de azúcar, principalmente en forma de sacarosa, en la rizosfera de los pastos marinos”, explicó Manuel Liebeke, jefe del Grupo de Investigación Interacciones Metabólicas del Instituto Max Planck de Microbiología Marina. “Eso es más o menos comparable a la cantidad de azúcar en 32 mil millones de latas de Coca-Cola” A los microbios les encanta el azúcar: es fácil de digerir y está llena de energía. Entonces, ¿por qué la sacarosa no es consumida por la gran comunidad de microorganismos en la rizosfera? “Pasamos mucho tiempo tratando de resolver esto”, destacó Maggie Sogin, quien dirigió la investigación en la isla italiana de Elba y en el Instituto Max Planck de Microbiología Marina. “Nos dimos cuenta de que la hierba marina, como muchas otras plantas, libera compuestos fenólicos a sus sedimentos”.
El vino tinto, el café y las frutas están llenos de compuestos fenólicos y muchas personas los toman como suplementos para la salud.
Lo que es menos conocido es que los fenoles son antimicrobianos e inhiben el metabolismo de la mayoría de los microorganismos. “En nuestros experimentos agregamos fenoles aislados de pastos marinos a los microorganismos en la rizosfera y se consumió mucha menos sacarosa que cuando no había fenoles presentes”.
¿Por qué los pastos marinos producen cantidades tan grandes de azúcares, para sólo descargarlos en la rizosfera? Nicole Dubilier, directora del Instituto Max Planck de Microbiología Marina, señaló en un comunicado: “Producen azúcar durante la fotosíntesis. En condiciones de luz media, estas plantas utilizan la mayor parte de esos azúcares para su metabolismo y crecimiento. Sin embargo, en condiciones de mucha luz, por ejemplo al mediodía o durante el verano, elaboran más de la que pueden utilizar o almacenar y liberan el exceso en la rizosfera”.
Curiosamente, un pequeño grupo de especialistas microbianos puede prosperar con la sacarosa a pesar de las condiciones desafiantes.
Sogin especula que estos especialistas no sólo son capaces de digerir la sacarosa y degradar los compuestos fenólicos, sino también podrían proporcionar beneficios para la hierba al producir nutrientes que necesita para crecer, como el nitrógeno. “Tales relaciones beneficiosas entre las plantas y los microorganismos de la rizosfera son bien conocidas en las plantas terrestres, pero apenas estamos comenzando a comprender las interacciones íntimas e intrincadas de las hierbas marinas con los microorganismos en la rizosfera”, agregó.
Las praderas de pastos marinos están entre los hábitats más amenazados. “Nuestros cálculos muestran que si la sacarosa de la rizosfera fuera degradada por microbios, al menos 1.54 millones de toneladas de dióxido de carbono se liberarían a la atmósfera en el mundo”, sostuvo Liebeke. “Eso es más o menos equivalente a la cantidad de dióxido de carbono emitido por 330 mil automóviles en un año”.