Paraíso, Tab., Rodeado de miles de empleados congregados para celebrar el Día del Trabajo en lo que será la refinería de Dos Bocas, el presidente Andrés Manuel López Obrador reivindicó la inminente (2 de julio) inauguración de la obra como un nuevo revés al conservadurismo. Mensaje críptico con metáforas beisboleras para proyectar el final de su sexenio: “Nos quedan dos años cinco meses, pero le vamos a sacar mucho jugo al tiempo (…) vamos a seguir ganando los juegos por paliza”.
En medio de sus alusiones al relevo presidencial, López Obrador exaltó el papel de los trabajadores en su administración, marcando distancia de la segregación, dijo, que había en el periodo neoliberal: “¿Qué hubiéramos hecho sin ustedes? Nada”, señaló sobre la refinería.
Ante la inminente conclusión de la obra en Dos Bocas, ofreció: “Aquí nos informó Rocío (Nahle) que hay 35 mil trabajadores, en la refinería se van a necesitar mil. ¿Y qué va a pasar con el resto de los trabajadores? ¿En dónde van a trabajar? En el Tren Maya. Las mismas empresas que están aquí, están allá”.
De visita en su tierra, donde el beisbol es parte de la identidad, los trabajadores le captaron sus metáforas para equiparar las proezas en el diamante y el relevo generacional que se avecina. Con la premisa maderista de sufragio efectivo no relección, presumió su baraja de pícheres abridores y cerradores, a quienes comparó con el mítico lanzador panameño Mariano Rivera.
López Obrador apeló a su mundo beisbolero para esbozar la capacidad de sus pitchers rumbo a la sucesión, la recta cortada de los cinco abridores en su equipo y la pericia para lanzar “la moña” de sus 10 cerradores, una combinación entre curvas y screwball. Ensimismado en ese ámbito, ya no hubo mayor referencia al papel de los referidos “cerradores”, pero igualmente fue celebrado por los trabajadores, ante la explicación metafórica del relevo en el poder.
No mencionó nombres, dejando al imaginario los entresijos de la sucesión. Sólo el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, atestiguó este juego de palabras presidencial. No había más presuntos abridores en el templete.
En la explanada de la refinería de Dos Bocas (proyectada para inaugurarse el 2 de julio y en la que se invirtieron 9 mil millones de dólares), López Obrador celebró el Día del Trabajo, desmarcándose de la visión neoliberal del papel del trabajador. Entre evocaciones a los mártires de Chicago se preguntó: “¿Cómo rescatamos la industria petrolera, la industria eléctrica?” Para rubricar: “Los trabajadores son el alma del desarrollo”.
En este contexto, detalló las opciones laborales para quienes llegaron de todo el país a Paraíso: el Tren Maya, la coquizadora en Tula y una nueva que se perfila ya en Salina Cruz. Se va a construir el ramal de la estación Chontalpa a Dos Bocas, rehabilitar toda la vía, desde el istmo hasta el límite con Guatemala. Se van a comenzar 10 parques industriales en todo el corredor del istmo.
Desde las 8 de la mañana llegaron quienes laboran diariamente en Dos Bocas, algunos con el ánimo de ver por primera vez a un presidente, otros con la esperanza de que su asistencia a la refinería en día feriado les reporte un pago triple.
Entre los miles de invitados, uno más fue el líder del sindicato petrolero, Ricardo Aldana, relegado entre la masa, sin las deferencias de antaño. “Yo no asigno los lugares”, alcanzó a responder a su salida.
–¿Ya comenzó la limpia en el sindicato?
–No, ¿con una rama o con qué? –respondió.
Escueto, Aldana comentó que no estuvo en el templete “porque es Día del Trabajo, no de los petroleros”.
–¿Cómo está la situación del sindicato?
–Tranquila, no tiene problemas.
Aldana dijo tener una relación respetuosa con López Obrador. Al paso del mandatario para encabezar el acto se gestó un frío y efímero saludo.
Adela Córdova es una afanadora con un año laborando en Dos Bocas. Su marido también trabaja en la obra como albañil y pretenden concluir la construcción de su casa con los salarios de ambos que, por ahora, están por encima del promedio en Paraíso.
Muchos están de paso en la localidad, en lo que esta obra les permite tener empleo. Cuando concluyan volverán a la realidad de donde vinieron en otras partes del país.
Por ahora, Paraíso vive una bonanza económica, a cambio de especulación en el arrendamiento de viviendas y el incremento sustancial de inseguridad.