Desde hace una década, con el pretexto de la sequía, el gobierno de Estados Unidos entrega a México, por Ciudad Juárez, hasta 82.71 por ciento menos agua de los 74 millones de metros cúbicos pactados anualmente desde 1906 entre ambas naciones.
La más reciente dotación certificada por la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), en 2021, fue de sólo 17.29 por ciento de la cuota, es decir, 12.8 millones de metros cúbicos del caudal del río Bravo, 61.2 millones menos de lo acordado.
La explicación que dan las autoridades de la CILA es que las presas tienen poco aforo, pero los agricultores de Nuevo México y El Paso sí reciben el líquido a través del canal Franklin, que corre paralelo al río Bravo en el lado estadunidense.
El flujo es controlado por el gobierno de Estados Unidos y llega al río Bravo desde las presas El Elefante y El Caballo, construidas en Nuevo México, y por un acuerdo de la Convención de 1906 está destinada a los agricultores de ambos lados de la frontera: 74 millones de metros cúbicos a México y 645 millones a El Paso.
Ambos embalses, edificados para controlar el agua del llamado río Grande, que a su inicio en Ciudad Juárez, Chihuahua, se convierte en el Bravo, están ubicados aproximadamente a 190 y 230 kilómetros de distancia de Ciudad Juárez.
En 2020 se recibieron de Estados Unidos alrededor de 50 millones de metros cúbicos en beneficio de productores de algodón, nuez, alfalfa, sorgo y pistache en el Valle de Juárez y los municipios de Guadalupe y Práxedis G. Guerrero.
Desde 1999, en la zona fronteriza de Ciudad Juárez, Chihuahua, y El Paso, Texas, por donde ingresa el río Bravo a México, el cauce está seco en un tramo de 50 kilómetros aproximadamente, porque ambos gobiernos acordaron llevar el agua para regar cultivos por dos cauces alternos: el Canal Americano y la Acequia Madre.
Empleados del CILA se encargan de medir la cantidad de agua que llega y abren las compuertas que se encuentran cerca del Monumento al Cigarro, de donde es llevada por la Acequia Madre que atraviesa Ciudad Juárez hasta llegar al Valle de Juárez.
Autoridades del país vecino informaron que las presas de Nuevo México han mantenido en los últimos 20 años niveles bajos, producto del cambio climático, ya que en las Montañas Rocallosas de Colorado no se ha derretido suficiente nieve para que el agua abastezca el río Bravo, que desemboca en la presa El Elefante.
Los agricultores del Valle de Juárez utilizan este líquido desde hace 114 años y extraen muy poca de los pozos por el alto costo de la energía eléctrica.
Pero ahora la situación es crítica: de las 7 mil hectáreas de siembra con agua rodada que se tenía contemplado utilizar el año pasado en esa zona agrícola, la cifra se redujo a 5 mil.
Zozobra en Tamaulipas
Miles de agricultores del distrito 25 bajo río Bravo viven en la incertidumbre ante la prolongada sequía y reclaman líquido a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) para el riego de sus cultivos en los municipios que abarcan esa jurisdicción agrícola: Reynosa, Río Bravo, Valle Hermoso y Matamoros, en Tamaulipas.
A pesar de ser considerada una de las regiones de riego más importantes del norte del país, esta zona está siendo castigada no sólo por la sequía, sino también por la falta de agua en las presas Falcón y La Amistad. Esta última es binacional y se ubica en el cauce del río Bravo, en los límites entre Coahuila y Texas. La Amistad es operada por la CILA.
La Conagua informó que este año no tiene ni para un primer riego, lo que llevó a los productores a arriesgarse con un cultivo de temporal en el ciclo otoño-invierno 2021-2022.
Agustín Hernández Cardona, dirigente de la Unión Agrícola Regional del Norte de Tamaulipas (UARNT), dijo que la situación es desesperante para quienes han invertido sus ahorros en la compra de semilla, fertilizantes y renta de maquinaria y no saben si los van a recuperar.
Esto parece condenar a los campesinos a una crisis como la de 2020, cuando quedaron endeudados con la banca por más de 2 mil millones de pesos y cayeron en cartera vencida, de acuerdo con datos de la organización.