Las personas con la edad necesaria recordarán una época en la que hubo precios oficiales para la tortilla, el pan e incluso para los cines. La Secretaría de Comercio se encargaba de vigilar que los comerciantes no los violaran, tenía inspectores en toda la República y los seguía la fama de mordelones. La Constitución de 1917 (artículo 28) establecía que “las leyes fijarán bases para que se señalen precios máximos a los artículos, materias o productos que se consideren necesarios para la economía nacional o el consumo popular, así como para imponer modalidades a la organización de la distribución de esos artículos…” El esquema tronó por varias razones: las devaluaciones, la falta de producción nacional y los monopolios. Como hemos visto, desde que la creó Carlos Salinas de Gortari en 1992, la Comisión Federal de Competencia Económica en vez de proteger al consumidor mediante una sana competencia sirve de escudo a duopolios, monopolios, oligopolios y cárteles, así lo está haciendo hoy con el cártel del sector eléctrico. Una creciente inflación que amenaza con alcanzar dos dígitos ha motivado al presidente Andrés Manuel López Obrador a formular un plan para combatirla, ha pedido el apoyo del sector privado. No se trata de regresar a un esquema de precios oficiales, sino de armonizar los intereses de productores y comercializadores. En la ceremonia con la que se recordó el aniversario número 50 del Infonavit, en Palacio Nacional, refrendó a los directivos de la Coparmex y del Consejo Coordinador Nacional la invitación a sumarse al esfuerzo, y hubo buena respuesta. Lo otro es que el sector laboral se inquiete y exija un aumento de sueldos de emergencia. Obviamente, la oposición ya está atacando al plan cuando ni siquiera se ha dado a conocer. En un país africano, Kenia, acaban de ser aumentados los salarios mínimos en 12 por ciento para ayudar a los trabajadores que han visto los presupuestos familiares reducidos por la inflación, particularmente para adquirir alimentos básicos.
Reformón
El proyecto de reforma electoral –aunque de forma realista mi estimado Lorenzo Meyer adelanta que “no pasará”– tiene cuatro ideas de mérito: 1) bajar el costo de los procesos electorales; 2) disminuir el número de senadores y diputados, es decir, desaparecer a los costosos pluris, que en los hechos son los jerarcas de los partidos políticos; 3) elección por voto popular de los consejeros del Instituto Nacional Electoral, el cual cambiaría de nombre. Y 4) disminuir el umbral del número de votos que se requiere para tumbar a un presidente en un proceso revocatorio, de 40 a 33 por ciento del padrón electoral. Pero le falta algo: debería cancelarse la relección. Viene otra dura batalla en el Congreso de la Unión, pero aún perdiéndola, será una ganancia para el gobierno de la 4T porque destaparía la cañería del INE. Deberán informar Lorenzo Córdova y Ciro Murayama del destino de más de 100 mil millones de pesos que han operado durante su gestión. El titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Pablo Gómez, ya pescó un cabo que andaba suelto: el de los fideicomisos.
Los pitchers de Andrés Manuel
En su visita a la refinería Olmeca, en construcción, López Obrador habló de la sucesión presidencial en términos beisboleros. “Tenemos como cinco pitchers abridores, mujeres y hombres. Y como 10 cerradores mujeres y hombres, y todos tiran más de 100 millas, ¡pura recta!”. Seguirán ganando por paliza, dijo. En Hidalgo, donde acompañaba en día de asueto a Julio Menchaca, candidato de Morena a gobernador, Marcelo Ebrard alzó la mano. Va por la Presidencia.
Víctima del éxito
El peso se mantuvo firme a lo largo del año pasado, con periodos relativamente breves de inestabilidad. Dicho de otro modo: no se devaluó, lo cual es una buena noticia. Sin embargo, no hay felicidad completa. Como no se devaluó, tampoco hay “remanentes” en el Banco de México, así que no transferirá un solo peso al gobierno federal. Los “remanentes’ del banco central están ligados al nivel de depreciación que pueda sufrir la moneda en un punto del año, explicó Gabriel Yorio, subsecretario de Hacienda.
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Ya que me han preguntado mucho: compre acciones en varias empresas que fabrican productos y servicios en los que “usted” cree. Sólo venda si cree que sus productos y servicios tienen una tendencia a empeorar. No se asuste cuando lo haga el mercado. Esto le servirá bien a largo plazo.
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