Guadalajara, Jal., El poeta Ricardo Yáñez, de cara a la Catedral, escoltado por los ilustres de Jalisco en su partenón y por el Palacio Municipal con sus murales de Gabriel Flores, recordó, cantó, sonrió, lloró y dijo no estar en condiciones de manifestar sus merecimientos para que Guadalajara, donde nació en 1948, le brindara un homenaje por su trayectoria.
La ceremonia fue parte de la 53 Feria Municipal del Libro y la Cultura, y de la jornada Capital Mundial del Libro 2022, distinción otorgada a la ciudad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés).
Rodeado por los poetas Carmen Villoro, Laura Solórzano, Jorge Souza, Raúl Bañuelos y Julián Herbert, quienes, como casi todos los escritores actuales de Jalisco alguna vez fueron miembros de su taller de literatura, Yáñez fue, como siempre ha sido, fuente de emociones, al hacer una remembranza de una historia que abarca medio siglo de creatividad y de generoso reparto de dones literarios.
“Mi abuela se llamaba María Félix pero se hacía llamar Feliza. Licha le decíamos. Vendía cacahuates ya de vieja y mantenía a mi tío Toño, quien murió de cirrosis.
“Nunca la vi llorar y eso que perdió a su marido en la Cristiada, aunque no era cristero, sino que, como tenía nueve hijos –mi madre la mayor de nueve años– todos tenían mucha hambre, pues les dijo: ‘sí, pero me dan arroz’. Y a los tres días de andar de lleva y trae –es que era arriero– le aplicaron la ley fuga y luego le pasaron los caballos encima”, leyó emocionado el articulista de La Jornada.
Reconocimiento a los creadores
Vestido de negro, con los lentes empañados varias veces por las lágrimas y un pequeño bule cortado a la mitad colgado del cuello con un hilo, para usarlo a la hora de los mezcales, Yáñez escuchó complacido lo que de él dijeron sus amigos poetas, en un homenaje de dos días que también incluyó la entrega de un reconocimiento del alcalde Pablo Lemus.
Cuando leyó el poema de su abuela, María Félix, Yáñez dijo haber dejado otros dos para posterior ocasión, ante el calor canicular del atardecer tapatío.
“También traía un artículo que me parece demasiado filosófico para este sol, entonces, si lo quieren leer, en La Jornada el miércoles (4 de mayo) aparecerá. Era mi discurso de agradecimiento por este acto, a todos ustedes, al gobierno de la ciudad, a la Cámara de Comercio y a la Unesco”.
Vino después un concierto en el que Yáñez cantó, acompañado por los Cinco Centavitos, como cierre a los festejos de la mesa de homenaje, realizada el sábado, posterior al reconocimiento entregado a Yáñez el viernes, también sobre Paseo Alcalde.
“Importa indicar que lo miro no como un reconocimiento a la persona, que para volver a usar el verbo, nada importa, sino a la labor general muy basta en la actualidad de los escritores, poetas, narradores, ensayistas, dramaturgos, coetáneos y coterráneos de quien esto firma, y quizá más allá”, expresó al recibir el pergamino del alcalde Lemus.
Yáñez, además de poeta, es músico, promotor cultural, periodista, ensayista, prosista, narrador de películas y actor. Ha sido editor de El Ciervo Herido, profesor en la Universidad de Guadalajara, periodista fundador de Unomásuno y La Jornada, articulista y miembro de la mesa de redacción de la revista Mira.