El presidente Andrés Manuel López Obrador y su homólogo estadunidense, Joe Biden, sostuvieron una llamada telefónica de una hora en la que conversaron acerca de varios temas de la agenda bilateral. Previamente, la Casa Blanca informó que los puntos a tratar serían la cooperación en migración, los esfuerzos conjuntos para el desarrollo en Centroamérica, energía, seguridad y crecimiento económico, así como la Cumbre de las Américas que se celebrará del 6 al 10 de junio en Los Ángeles, California.
Tal como se anticipaba, el tópico principal fue el de la migración, siempre relevante y en estos momentos urgente por la inminente alza en los flujos que se espera en las próximas semanas. Cuestionada por la prensa sobre si la administración Biden ejercerá una presión como la que hizo el ex presidente Donald Trump para que México aplique mayores controles de los flujos de migración irregular, la vocera presidencial Jen Psaki afirmó que Estados Unidos no busca presionar a nuestro país, sino continuar actuando como aliados y tener coordinación al más alto nivel. Por su parte, López Obrador informó a través de sus redes sociales que se trató de un diálogo cordial y que el canciller Marcelo Ebrard viajará a Washington este lunes para trabajar en torno a la Cumbre de las Américas, en la que el gobierno federal impulsa la presencia de todos los Estados de la región, sin excluir a los que son objeto de políticas hostiles de la superpotencia.
Además de ilustrar la constante comunicación entre los gobiernos morenista y demócrata, la llamada de ayer se enmarca en el contexto de la gira que el Presidente mexicano realizará del 5 al 9 de mayo en Centroamérica y Cuba, dos de los principales territorios de origen de los migrantes que atraviesan nuestra nación en busca de llegar a Estados Unidos y, en algunos casos, de establecerse aquí. El pasado 21 de abril, el mandatario anunció que el objetivo de este viaje de trabajo es avanzar en la estrategia de atención a las causas del fenómeno migratorio para que los habitantes de la isla, así como los del llamado Triángulo Norte centroamericano –Guatemala, Honduras y El Salvador– no se vean orillados a abandonar sus lugares de origen. Este propósito responde a la postura de la Cuarta Transformación ante la migración, reiterada en múltiples ocasiones y condensada en junio de 2019, cuando el Presidente encabezó el arranque del programa Sembrando Vida en El Salvador: en Tapachula, Chiapas, recordó que “la mejor manera de enfrentar el fenómeno migratorio es atendiendo las causas y no sólo con medidas coercitivas; tenemos que ver al migrante como un ser humano que va en busca de bienestar, que va a ganarse la vida a otras partes, arriesgándolo todo por algo que mitigue su hambre y su pobreza”.
Cabe esperar que tanto la conversación entre la Casa Blanca y Palacio Nacional como la gira del titular del Ejecutivo mexicano rindan frutos en el anhelado desarrollo de Centroamérica y en el abordaje del fenómeno migratorio con un enfoque centrado en los derechos humanos y la creación de oportunidades para quienes, debe recordarse, abandonan sus hogares no por capricho, sino debido a circunstancias asfixiantes como la insuficiencia de los ingresos o la violencia criminal.