Kiev. Al confirmar que Rusia bombardeó la capital ucrania, Kiev, durante la visita del secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, el vocero del Ministerio de Defensa ruso, Igor Konashenkov, informó ayer que en esta operación se lanzó un ataque aéreo de “alta precisión de largo alcance” contra los talleres de la empresa Artem, fabricante de misiles guiados aire-aire, antitanque y dispositivos para aeronaves.
“Las fuerzas rusas destruyeron, con armas de largo alcance y alta precisión los talleres de la empresa espacial Artem y tres centrales eléctricas ubicadas cerca de cruces ferroviarios” en Fastov, Krasnosiolka y Polónnoye –con misiles Kalibr de lanzamiento marítimo–, comunicó Konashenkov. Señaló que en otro bombardeo se destruyó una base de lanzamiento de misiles utilizada por el ejército ucranio para atacar la ciudad de Jersón, que está en manos de Moscú.
A causa de dichos misiles contra Kiev murió la productora y periodista de la emisora financiada por Estados Unidos, Radio Free Europe/Radio Liberty, Vira Hyrych, después de que su vivienda recibió el impacto de un misil. Diez personas más resultaron heridas y al menos una perdió una pierna, según los servicios de emergencias.
El primer bombardeo en la capital desde mediados de abril se produjo después de que Guterres visitara Bucha y otras ciudades en la periferia de Kiev, donde decenas de cadáveres fueron descubiertos por las tropas ucranias a inicios de mes tras el repliegue de las fuerzas rusas.
Un día después de su recorrido a Kiev, el secretario prometió en un tuit que la ONU “redoblará sus esfuerzos” para salvar vidas y reducir el sufrimiento de las personas en Ucrania
“En esta guerra, en todas las guerras, los civiles siempre pagan el precio más alto”, tuiteó, y se declaró “conmovido” por la “resiliencia y la valentía” de los ucranios. “Mi mensaje para ellos es simple: no nos rendiremos”, zanjó.
Uno de los objetivos de la visita de Guterres era garantizar la evacuación de los civiles de la arrasada ciudad portuaria de Mariupol, en el sur, incluyendo la destrozada planta metalúrgica Azovstal que es el último reducto de la resistencia ucrania. Cientos de ciudadanos se han refugiado también en la acería.
La oficina del presidente ucranio, Volodymir Zelensky, refirió ayer que se planeaba un desalojo de pobladores de la planta, pero hasta el anochecer no había señales de una evacuación. Más tarde expresó su pesimismo sobre la perspectiva de continuar las conversaciones de paz con Rusia, debido a la ira de la población que representa como jefe de gobierno ante las “atrocidades rusas”. “La gente (ucrania) quiere matarlos. Cuando existe ese tipo de actitud, es difícil hablar de convenios de paz”, lo citó Interfax al hablar con periodistas polacos.
El vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, insistió en que los civiles que se encuentran en la planta Azovstal están fuera de las negociaciones y, por lo tanto, pueden “salir libremente e ir a donde quieran”, no así los soldados ucranios que deben deponer las armas. El batallón ultranacionalista Azov indicó en Telegram que un hospital militar de campaña ubicado en el complejo industrial Azovstal fue bombardeado. La sala de operaciones se hundió y los soldados que estaban siendo tratados murieron o quedaron heridos de gravedad, añadió el informe, sin dar un balance de víctimas.
Autoridades ucranias reportaron que han hallado en la región de Kiev cerca de mil 200 cadáveres y responsabiliza al ejército ruso.
La fiscal general de Ucrania, Irina Venediktova, declaró a la cadena Deutsche Welle que se han identificado “más de 8 mil casos” de presuntos crímenes de guerra, que incluyen asesinatos de civiles, bombardeo de infraestructuras no militares, torturas y crímenes sexuales, entre otros.
Además, indicó que hay una investigación contra 10 soldados rusos sospechosos de cometer atrocidades en Bucha. Kiev reconoció que ha perdido el control de algunas ciudades y pueblos en la región del Donbás desde que comenzó el asalto la semana pasada, pero dice que los avances de Moscú han tenido un costo enorme para una fuerza rusa ya desgastada por su anterior derrota cerca de la capital. “Tenemos numerosas bajas, pero las de los rusos son mucho mayores (…) Tienen pérdidas colosales”, afirmó el asesor presidencial Oleksiy Arestovych.
Las tropas ucranias tomaron la ciudad de Ruska Lozova, en la región de Járkov, la cual se encontraba bajo dominio ruso.
Un puesto de control en la provincia rusa de Kursk, limítrofe con Ucrania, fue atacado con morteros, declaró el gobernador de la región, Román Starovóit. Las autoridades de la nación eslava temen que el Kremlin decida incorporar de manera directa en próximas fechas la región ocupada de Jersón, en el sur del país, ante la imposibilidad de celebrar un referendo en el territorio por la falta de respaldo ciudadano.
Zelensky confió a la revista Time que las fuerzas rusas estuvieron a punto de capturarlo o asesinarlo cuando empezó la invasión, pero sus guardias lograron mantenerlo a salvo. Contó que sus recuerdos de las primeras horas de la guerra, antes del amanecer del 24 de febrero, estaban “fragmentados”, pero sobresalían ciertos episodios. Señaló que recuerda cuando él y su esposa, Olena, fueron temprano esa mañana para decirles a sus hijos que había comenzado el bombardeo.
Más de 5.4 millones de habitantes han abandonado Ucrania de forma forzosa desde que Rusia lanzó su ofensiva, según un recuento de la ONU, que teme que la cifra supere los 8 millones si no hay un alto el fuego inminente.