Elbasan. En Albania, varios jóvenes atletas ucranios se entrenan para cumplir sus sueños de gloria deportiva internacional, a pesar del dolor de haber abandonado su país, atacado por las tropas rusas, y de la angustia que sienten por sus familia-res que todavía siguen allí.
“Esta guerra ha cambiado nuestras vidas, pero no nuestros sueños”, dice Mariya Larina, lanzadora de bala de 17 años, quien aspira llegar a las finales de los campeonatos del mundo de atletismo junior en Colombia, en agosto. “La situación en toda la región de Donetsk es dura. Es peligroso para sus vidas”, suspira Mariya, subcampeona europea. Hace algunos días vio que un obús se había estrellado cerca de su casa. “Estaba muy preocupada”, añade. Cuando logró hablar con su madre por teléfono, su progenitora le comentó que “tuvo mucho miedo y yo no podía parar de llorar”, cuenta la joven.
Mucha preocupación
Como Mariya, numerosos jóvenes atletas se han refugiado en el extranjero, como en Bulgaria, Turquía o Italia entre otros países. Sin embargo, “muchos no pudieron abandonar Ucrania y estamos preocupados por su suerte”, señala Pavlo Zadorozhniy, uno de los entrenadores del grupo.
Valentyn Loboda, de 17 años, practica el salto de garrocha. Es la primera vez que sale de Ucrania y todavía sigue en shock.
“Mi vida ha cambiado porque hoy estoy en Albania y mi familia en Ucrania. No pensaba que mi primera vez en el extranjero sería así”, dice el joven con mirada perdida. “Es muy peligroso seguir en mi país. Esta guerra mata a gente”, añade.
Tristeza y angustia
Hanna Tkachova, de 19 años, lanzadora de martillo, supo en los últimos días que su padre había sido herido cerca de Volnovaja, ciudad situada al norte de Mariúpol. La tristeza y la angustia se extendieron a todo el grupo.
“Pero no estamos desmotivados y vamos a continuar, a luchar muy fuerte para dar lo mejor de nosotros mismos”, asegura Mariya. “La guerra ha cambiado mi vida, pero no mi sueño de ganar en Colombia para demostrar que Ucrania es un país fuerte”.