El espectáculo del futbol en México se ha fragmentado por los derechos de transmisión televisiva, a tal punto que el espectador se ve obligado a enfrentar una serie de ofertas por partidos y torneos exclusivos en propiedad de los sistemas de televisión de paga para seguir la actividad completa de sus equipos, por medio de suscripciones mensuales y otros cargos por las versiones premium de sus canales.
La comercialización de los derechos de transmisión de contenidos deportivos, dice el presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi), Jorge Bravo, ha generado una nueva unidad de negocio, donde el mayor beneficio corresponde a la televisión restringida.
Lo que ocurre ahora con los partidos y torneos que son propiedad exclusiva de las nuevas empresas de comunicación es una expresión del poder que ha perdido el duopolio (Televisa y Tv Azteca) de la televisión abierta, pero a su vez una estrategia que pretende recuperar inversiones por medio de la venta de suscripciones y banda ancha, las cuales excluyen al aficionado promedio, sostiene el especialista.
Esa visión mercantil, sin embargo, funciona y retiene audiencias en los principales sistemas de transmisión restringida. Tan sólo en la primera división cuatro cadenas televisivas se reparten los derechos de los 18 clubes en competencia. Televisa (América, Cruz Azul, Pumas, Toluca) y Tv Azteca (Mazatlán, Puebla) poseen seis señales exclusivas, mientras que Espn (Atlético de San Luis) y Fox Sports (Monterrey, Querétaro, Tijuana) tienen cuatro.
El futbol pierde su rasgo de deporte popular
El resto de las concesiones es compartido con los sistemas de cable del país: Sky Sports, Izzi y Blim, además de la plataforma de streaming Chivas TV, que transmite todo el contenido relacionado con el club Guadalajara. El futbol, por tanto, ha perdido su rasgo distintivo como deporte popular, explica el titular de la Amedi, lo que significa que sólo la población de mayor poder adquisitivo es la que hace rentable la televisación de paga del futbol.
El costo promedio por suscripción, con servicios básicos y paquetes que incluyen canales de televisión abierta, ronda los 160 pesos mensuales sin contar el cargo extra por las señales premium de Izzi (139 pesos) y Fox Sports (110 pesos), que cuentan también con partidos exclusivos de la Liga Mx. La ausencia del Estado en esta materia, advirtió en abril de 2014 el entonces senador panista Javier Corral, se debe a la enorme debilidad de la clase política mexicana, incapaz de hacer prevalecer el interés público por encima de los intereses particulares.
No conforme con su preponderancia para negociar espectáculos en exclusiva, TelevisaUnivisión presentó en marzo pasado la plataforma Vix, un nuevo servicio de streaming que entró en el negocio de los derechos de transmisión con encuentros de la Liga Mx Femenil y la Liga de Expansión de manera gratuita, mientras consigue el salto al máximo circuito con equipos que garanticen el servicio de paga.
Ese escenario es posible porque el deporte siempre ha estado privatizado, sostiene Bravo, en el sentido que la empresa privada se ha encargado de su desarrollo, comercialización y beneficio millonario. “Nunca ha habido una intervención pública del Estado. Es decir: no es como en Argentina o Alemania, donde el deporte es parte de la cultura nacional”.
El modelo argentino del futbol para todos
Por una decisión política de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, la Asociación de Futbol Argentino (AFA) y el gobierno celebraron en 2009 una sociedad por 10 años –que se anuló antes de llegar al octavo– llamada Futbol Para Todos (FPT). De un plumazo, el gobierno le arrebató los derechos de transmisión al Grupo Clarín, propietario del diario homónimo y contrapeso del kirchnerismo en el ámbito de la prensa escrita.
Lo que surgió fue la posibilidad para amplios sectores del país de acceder a un espectáculo del que estaban excluidos. A cambio, la AFA comenzaría a recibir un pago del Estado por un total de 600 millones de pesos argentinos anuales, cifra que duplicaba los montos previos y que, según la Secretaría de Hacienda argentina, ascendió a los 10 mil 179 millones de pesos hasta febrero de 2017.
El programa FPT abrió la transmisión de los partidos de primera división hacia todas las señales de televisión abierta y fue anunciado por la presidenta Fernández de Kirchner como la reivindicación de los “goles secuestrados”. Sentía la obligación –agregó Cristina– de garantizar a todos los argentinos el derecho al acceso al deporte más importante del país.
Para la gente algo extraordinario porque no había que pagar por los partidos, cuenta Ezequiel Fernández Moores, periodista, escritor y prologista argentino del libro Pasó de todo: cómo la AFA, la FIFA y los gobiernos se adueñaron de la pelota (Planeta, 2015), una obra que expuso los trasfondos de la relación inédita entre el poder político y el futbol en Argentina. Los medios más concentrados estaban indignados, recuerda Moores, decían que era una caja política, un negocio del gobierno y sin embargo no se demostraron esas cosas. Sí se demostró que el gasto era mínimo para un presupuesto nacional.
Hasta entonces, los partidos del futbol local sólo podían ser vistos en el canal de televisión por cable Torneos y Competencias (TyC) por un costo de 242 pesos argentinos. El FPT se extendió en 2013 a las plataformas digitales con transmisiones en vivo que alcanzaron nuevas audiencias. Fueron 2 mil 745 días en los que los goles de los partidos de primera división estuvieron disponibles para la gran mayoría de los argentinos.
No obstante, trasladar ese modelo a la Liga Mx resulta impensado para Andrés Fassi, ex directivo de Grupo Pachuca y hoy presidente de Talleres de Córdoba. Sobre todo, porque no existe tal intención del gobierno y porque mediante el futbol se empujan además otros negocios para recuperar inversiones.
Antes de su llegada a la presidencia en Argentina, Mauricio Macri había prometido continuar con el programa, pero lo liquidó hasta devolverles el negocio a los privados.