El rechazo a la reforma eléctrica “fue un triunfo pírrico” para la oposición, se jactó el presidente Andrés Manuel López Obrador al recibir a los diputados que votaron en favor de esa iniciativa y de la nacionalización del litio.
Sin apremio, el mandatario reviró la postura de la fracción opositora: la declaración de constitucionalidad de la ley en la materia –por la Suprema Corte– permite que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) pueda tener casi la totalidad de la generación de esa energía, pues la norma posibilita que todas sus plantas operen a su máxima capacidad y limita el autoabasto, subrayó.
Así, el mandatario se extrañó de que los diputados de oposición se molesten porque se les califique de “traidores” a la Patria por rechazar proyectos, anteponiendo intereses de grupo, económicos y del capital extranjero, a los nacionales.
“Fíjense cómo no son tan buenos los asesores de los que mandan en el bloque conservador, porque si hubieran aprobado la reforma constitucional era 54 por ciento (público) y 46 (privado). Ahora, la CFE puede tener hasta 90 por ciento”, expuso. Sin embargo, ratificó que no se actuará de manera arbitraria y se negociará para permitir la participación de empresarios en el sector.
Los legisladores de Morena, PT y PVEM acudieron ayer a Palacio Nacional donde el Presidente agradeció su labor.
No desaprovechó la oportunidad para destacar el trabajo del titular de la Secretaría de Gobernación, Adán Augusto López, el único funcionario de su administración sobre el templete, junto a los líderes en la Cámara de Diputados de los partidos de coalición.
“Vamos a hacer una especie de consulta rápida: díganme si sí o no. ¿Verdad que tenemos un buen secretario de Gobernación?”
Al unísono, la audiencia soltó: “¡Sííí!”, seguido de una cascada de aplausos y no pocos gritos que sugerían: “¡presidente, presidente!”
El acto, realizado en el salón Tesorería 11 días después del revés a la reforma eléctrica, se prolongó más de lo previsto. Hasta en 37 ocasiones el mandatario tuvo que interrumpir su discurso (de casi 40 minutos) por los aplausos de los diputados, que en ocasiones acompañaron con la consigna: “¡es un honor estar con Obrador!”
Desde que los legisladores esperaban para entrar a Palacio Nacional, se les veía agitados, ansiosos: “Déjennos entrar, déjennos entrar”. “No somos oposición”, gritaban.
En el clímax de su intervención, López Obrador no se contuvo: “voy a hablar aquí de algo que me contó Sergio (Gutiérrez Luna, presidente de la Cámara de Diputados, de Morena). Siempre digo lo que pienso, mi pecho no es bodega. Me dijo que antes de ir a votar lo del litio llegó un alto dirigente del PRI y le dijo ‘vamos a ir a favor’. Y cambió de parecer”.
“Nombres, nombres”, reclamó la audiencia. A lo que el mandatario contestó: “el diputado (Rubén) Moreira. Pero imagínense que, en el supuesto de que ellos hubieran votado por el litio, pues no tendrían de qué preocuparse ahora si se les llama a traidores”.
Los líderes de las bancadas de la coalición en San Lázaro: Ignacio Mier (Morena), Carlos Puente (PVEM) y Alberto Anaya (PT) comprometieron su apoyo para seguir acompañando “el proyecto de transformación”.
En su mensaje, el dirigente de Morena en el Congreso confundió a Horacio Duarte con el priísta César Duarte, ex gobernador de Chihuahua, causando risotadas entre los asistentes. Antes había cometido otro error. El propio López Obrador bromeó con esas pifias: “Ya se equivocó mucho Nacho”.