Madrid. Paleontólogos presentan en Journal of Vertebrate Paleontology conjuntos de fósiles que representan a tres nuevos ictiosaurios los cuales podrían estar entre los animales más grandes que han existido.
Desenterrado en los Alpes suizos entre 1976 y 1990, el descubrimiento incluye el mayor diente de ictiosaurio jamás encontrado. El ancho de la raíz es dos veces mayor que la de cualquier reptil acuático conocido, ya que el anterior más grande pertenecía a un ejemplar de 15 metros de longitud.
Otros restos esqueléticos incompletos incluyen la vértebra del tronco más grande de un animal de Europa, que demuestra que otro ictiosaurio rivaliza con el mayor fósil de reptil marino conocido en la actualidad, el Shastasaurus sikkanniensis, de 21 metros de largo, de la Columbia Británica, Canadá.
Heinz Furrer, coautor de este estudio, formó parte de una investigación que recuperó los fósiles durante la cartografía geológica en la Formación Kössen de los Alpes. Más de 200 millones de años antes, las capas de roca aún cubrían el fondo marino. Sin embargo, con el plegamiento de las montañas, habían acabado a 2 mil 800 metros de altura.
Furrer, ahora jubilado del Instituto y Museo Paleontológico de la Universidad de Zúrich, se mostró en un comunicado encantado de haber descubierto “el ictiosaurio más largo del mundo; con el diente más grueso encontrado hasta la fecha y la vértebra troncal más grande de los hallados en Europa”.
P. Martin Sandler, autor principal del estudio e integrante de la Universidad de Bonn, Alemania, espera que “quizá haya más restos de las gigantescas criaturas marinas ocultas bajo los glaciares. Más grande siempre es mejor. Hay claras ventajas selectivas en el gran tamaño del cuerpo. La vida irá allí si puede. Sólo había tres grupos de animales que tenían masas superiores a 10-20 toneladas métricas: los dinosaurios de cuello largo (saurópodos); las ballenas y los ictiosaurios gigantes del Triásico”.
Estos monstruosos reptiles de 80 toneladas patrullaban el Panthalassa, el océano del mundo que rodeaba al supercontinente Pangea durante el Triásico tardío, hace unos 205 millones de años.