Un enfrentamiento entre grupos antagónicos de cooperativistas que se disputan el control de la planta cementera Cruz Azul, en Tula, Hidalgo, tuvo lugar ayer, con un saldo de ocho muertos, 12 heridos y nueve detenidos.
La subestación eléctrica del complejo industrial fue atacada por individuos armados que se ostentaron como integrantes del grupo Socios por la Transparencia o “la disidencia”, encabezado por José Antonio Marín Gutiérrez y Víctor Manuel Velázquez Rangel, presidentes de los consejos de administración y de vigilancia, y que controla la mayoría de las plantas de la cooperativa.
Dentro de la fábrica de Tula se atrincheraron quienes siguen a la facción contraria, el llamado Grupo de los 2020, vinculado al ex presidente de la asociación Guillermo Billy Álvarez –acusado de delincuencia organizada y lavado de dinero y prófugo de la justicia–, dirigido por Federico Sarabia Pozo y Alberto López Morales y que mantiene el control físico del establecimiento de Tula. Unos y otros se deslindaron de los hechos de violencia y acusaron a sus rivales de haberlos provocado.
Como se recordará, el conflicto viene de lejos y hasta ayer se había dirimido por las vías legales. En septiembre de 2018 se llevó a cabo una asamblea que destituyó a Billy Álvarez de la dirección de la cooperativa y eligió a Marín y a Velázquez en los principales cargos, determinación que fue ratificada en septiembre del año pasado por el primer tribunal colegiado de circuito. A raíz de ello se dictó una orden de desalojo en la planta de Tula, que no ha podido ser ejecutada por la resistencia de quienes se encuentran en su interior, quienes acusan de corrupción a la instancia judicial que dio legitimidad a la dirigencia de Marín Gutiérrez y Velázquez Rangel.
Más allá de la ineludible necesidad de investigar y sancionar los injustificables hechos ocurridos ayer, así como las posibles omisiones de las corporaciones de seguridad pública, las cuales no se presentaron en el lugar del enfrentamiento sino una hora después de que éste había concluido, la confrontación en la planta cementera de Tula es preocupante por cuanto evidencia la descomposición que se ha hecho presente en una empresa cooperativa de enorme valor para el país. El emblema más popular de la Cooperativa Cruz Azul es el equipo de futbol que posee, pero no debe olvidarse su relevancia económica, ilustrada por el hecho de que tiene una participación de entre una quinta y una cuarta parte del mercado de cemento. Pero además, la organización ha sido emblema del sector social de la economía, fuertemente golpeado por las políticas económicas del periodo neoliberal y hoy llamado a desempeñar un papel de primera importancia en el desarrollo de la nación.
El deterioro político y moral de cooperativas y sindicatos debe ser contrarrestado no sólo mediante el cumplimiento y acatamiento del marco legal, sino también por medio de la promoción de los valores sociales que representan en el actual periodo. Cabe esperar, finalmente, que los grupos en pugna de la cooperativa referida sean capaces de ir más allá de intereses facciosos y personales y de comprender la responsabilidad que tienen ante el país como representantes del sector social de la economía.