No hubo gesta del rival más débil ante el fuerte, frente a la asimetría de poder entre el inglés Liverpool, ga-nador de seis títulos de la Champions, y el Villarreal, club de una localidad de 50 mil habitantes que sólo ha conquistado una Liga de Europa. El resultado en la semifinal de ida en la Liga de Campeones ayer, en el estadio Anfield de la ciudad portuaria, fue el previsible: los británicos Reds derrotaron 2-0 a los españoles del Submarino amarillo.
De modo que los ingleses quedaron con otra final a la mano, han llegado en nueve ocasiones a esta instancia, la tercera en un periodo de cinco años.
En un duelo de poder económico, Villarreal ya había sido derrotado. El club español tiene una masa salarial que se eleva a 153.5 millones de dólares para la actual temporada, la del Liverpool es de más de 331 millones.
Condenado a vivir a la sombra del Real Madrid y del Barcelona (por razones geográficas, económicas e históricas), Villarreal entró en una nueva dimensión con la llegada en 2020 de Unai Emery, quien ha llevado al club a la cima continental.
Jürgen Klopp también devolvió su esplendor al club inglés desde su llegada en 2015, pero para el Liverpool, la Champions no es un sueño, es un objetivo.
Y tiene grandes posibilidades de hacerse realidad tras la victoria de ayer. Los Reds resolvieron el trámite durante un lapso de dos minutos al inicio de la segunda parte, primero con un autogol del lateral ecuatoriano Pervis Estupiñán y luego con la definición de Sadio Mané.
La marcha de ensueño del Villarreal en el torneo parece llegar a su término. Un conjunto que está en el séptimo lugar de la liga españo-la y repleto de jugadores que nunca pudieron establecerse en Inglaterra había eliminado a Juventus y Bayern Múnich –dos clubes de la alcurnia del futbol europeo– en las dos rondas previas.
Liverpool, en carrera por una cosecha sin precedente de cuatro títulos en una misma temporada, salió a liquidar y maniató sin despeinarse a un Villarreal que hizo muy poco. Pero los seis veces campeones de Europa debieron esperar para agitar las redes.
Antes de los goles en la segunda parte, Villarreal había funcionado como un cerrojo muy sólido. Pe-ro como no existe cerradura ni candado que no ceda, el embate del Liverpool terminó por vulnerarlos. Los golpes certeros llegaron tras una serie de avisos que la suerte o el azar impidió que abrieran el marcador. Porque una vez que cayó el primero, los ingleses no tardaron en volver a hacer daño.
Los goles sucedieron durante un lapso de 133 segundos, a partir del minuto 53, cuando el centro de Jordan Henderson fue desviado al fondo de la red por el botín de Estupiñán y el balón se elevó por encima de Geronimo Rulli. El portero argentino alcanzó a manotear el esférico, pero no pudo impedir que se anidara.
La mística del estadio Anfield en las noches europeas no falló en propiciar un fulminante segundo gol. Trent Alexander-Arnold filtró un pase hacia Mohamed Salah y el toque entre líneas del atacante egipcio dejó el balón servido para que Mané lo punteara a la red.
El partido de vuelta será el próximo martes en el estadio de la Cerámica del Villarreal y sólo una sorpresa mayúscula haría que el Submarino amarillo no se despida en las semifinales, tal y como ocurrió en su previa presentación en la instancia en 2006.
El entrenador del Villarreal, Unai Emery, reconoció que “pudo haber sido peor”, porque los Reds fueron “superiores” y no les dejaron tener ocasiones de gol.
“En semifinales tienes que encontrarte con estos rivales, con los favoritos, equipos tan potentes y que viven grandes momentos como es el caso del Liverpool. Claramente podía haber sido peor y no hemos merecido evitar ese 2-0”, dijo Emery.
Klopp fue cauto pese a que su equipo dominó ampliamente el cotejo de ida. “Nada ha pasado todavía”, aclaró. “Estamos jugando un partido que está 2-0 en el descanso. Hay que estar absolutamente alerta. Debemos conservar el ánimo adecuado”.
(Con información de Ap y Afp)