A pesar de los recursos y políticas públicas destinados a reducir el número de personas con sobrepeso y obesidad en el país, este problema sigue en aumento debido a que no se ha logrado entender su complejidad, afirmaron investigadores de las universidades Nacional Autónoma de México (UNAM) e Iberoamericana (Uia). Por ello, desarrollan el proyecto Conductome, con el que buscan entender la obesidad a partir del análisis de variables genéticas, fisiológicas y conductuales, entre otras, que influyen en los individuos.
El proyecto cuenta con más de 4 mil datos de estudiantes, académicos y trabajadores de varias facultades de la UNAM, la Uia y la Universidad de Guanajuato. Se analizan muestras de sangre, resonancias magnéticas y el sueño, entre otros. Mario Buenrostro Jáuregui, de la Ibero, expuso que es el esfuerzo más completo realizado para comprender y predecir la conducta humana que lleva a desarrollar la obesidad.
En conferencia de prensa, Christopher R. Stephens, del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3), subrayó que el sobreconsumo, la alimentación poco saludable y el sedentarismo son resultado de decisiones particulares como subir o bajar por la escalera de un edificio en lugar de usar el elevador o preferir ver la televisión en vez de ir al gimnasio.
Explicó que en la toma de decisiones juegan tres grandes componentes: la naturaleza, es decir, la genética; las creencias de las personas, y el ambiente.
Expuso que uno de los hallazgos más importantes es que 40 por ciento de los trabajadores de la UNAM tienen obesidad, mientras entre los investigadores el indicador es de 12. La “diferencia grande es la estructura ambiental del trabajo”, afirmó. Muchos trabajadores viven lejos de la universidad; por tanto, “si pasas tres horas en transporte, más ocho o nueve horas laborales, y luego cuidas a los hijos, entonces, ¿cuándo encuentras el tiempo para hacer ejercicio?”
Buenrostro Jáuregui indicó que hay confianza en que con este estudio y las miles de variables que se están registrando se obtenga “un panorama más claro de cómo el cerebro ve la comida, hace las evaluaciones para tomar la decisión de qué y cuánto comer, dónde hacerlo; todo en función de las características particulares del desarrollo de la persona, la edad, el mismo peso de la persona, así como hábitos y traslado de su trabajo a casa y viceversa”.