¿Por qué otorgar concesiones a la banca que opera en el país para que explote miles y hasta millones de metros cúbicos de agua anualmente? De entrada, porque es especialista en especular y enriquecerse con dinero ajeno y bienes de la nación, amén de que no pocos de sus accionistas son, a la vez, dueños de corporativos que utilizan enormes cuan crecientes volúmenes del líquido para sus fines productivos, sin importar que comunidades enteras permanezcan sedientas.
El régimen neoliberal también privatizó el agua y lo decidió (Carlos Salinas de Gortari, Ley de Aguas Nacionales, 1992, es decir, otra ley a modo para consolidar a los barones) bajo su premisa de que los beneficiarios “deben ser unos” (los corporativos) u otras” (las comunidades), y sin más eligió a los primeros.
La Jornada (Braulio Carbajal) documenta: “los grandes bancos que operan en el país, principalmente extranjeros, han comenzado a extender su poder de alcance a un recurso esencial: el agua. De acuerdo con datos oficiales, varios de ellos son dueños de importantes concesiones para explotar el líquido en algunas regiones del país, lo que de acuerdo con especialistas, abre la puerta a la especulación. Información de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) indican que instituciones bancarias como BBVA, Santander, Banorte, Citibanamex, Banco Azteca, Invex, HSBC, Mifel, Autofin, Banco del Bajío, Monex, Bansí, CI Banco, Deutsche Bank y Scotiabank tienen concesiones que les permiten hacer uso de miles y hasta millones de metros cúbicos de agua anualmente”.
El artículo 4 constitucional establece que “toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible. El Estado garantizará este derecho y la ley definirá las bases, apoyos y modalidades para el acceso y uso equitativo y sustentable de los recursos hídricos, estableciendo la participación de la Federación, las entidades federativas y los municipios, así como la participación de la ciudadanía para la consecución de dichos fines”, y el 27 señala que “la propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, corresponde originariamente a la nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la propiedad privada”. Pero los neoliberales lo entendieron al revés.
Pues bien, de acuerdo con la información disponible, uno por ciento de los usuarios del agua en México (léase grandes corporativos) acapara cerca del 25 por ciento de los recursos hídricos del país (Dulce Olvera, Sin Embargo, con base en Los millonarios del agua, de Wilfrido A. Gómez-Arias y Andrea Moctezuma). Además, el uso y abuso en las zonas de altísimo poder adquisitivo que roban el líquido a las comunidades. Por ejemplo, en Valle de Bravo: lagos ilegales que los privados hacen en sus residencias ( La Jornada Estado de México ha documentado este atraco).
¿Beneficiarios de la decisión salinista y de sus sucesores en Los Pinos?: además de la banca, Claudio X. González, con Kimberly Clark; Ricardo Salinas Pliego, Banco Azteca; José Antonio El Diablo Fernández (Femsa: Coca-Cola México, Oxxo); familia Robinson Bours (Bachoco; de ahí sale Eduardo Bours, exgobernador de Sonora, incendio en la guardería ABC, “salvador” de los grandes corporativos en el Fobaproa y tantas otras desgracias), Grupo Herdez (de los Hernández Pons) y la trasnacional suiza Nestlé.
Además, Eduardo Tricio (Grupo Lala), que se ha dedicado a secar los mantos acuíferos de la zona lagunera y otras áreas de la República para que sus vacas se sientan a gusto (para producir un litro de leche, utiliza mil litros de agua en invierno y 10 mil en verano); Grupo Santos (su propietario fue el priísta Alberto Santos de Hoyos, dueño de nueve ingenios azucareros privatizados por Salinas); Cementos Apasco, de la trasnacional suiza Holcim y Copamex (maderera y papelera); en el inventario hay empresas privadas de energía eléctrica, automotrices, agroindustrias y otras.
No podían faltar los tóxicos corporativos mineros, con el de Germán Larrea a la cabeza, Grupo México; Minera del Norte, de Alonso Ancira, y canadienses como GoldCorp. También la trasnacional ArcelorMittal, que finalmente se quedó con lo que fue una gran paraestatal (Siderúrgica Lázaro Cárdenas), y Ternium, de la trasnacional italiana Techint.
Las rebanadas del pastel
Pero tranquilos: “privatizamos por necesidad, no por obedecer a una posición ideológica” (Carlos Salinas de Gortari dixit).