El libro El peligro de estar cuerda es una búsqueda para responder a las preguntas que han atormentado y embelesado al mismo tiempo a la escritora Rosa Montero durante toda su vida. La indagación parte de una curiosidad legítima de comprender qué sucedía con su cabeza y el descalabro mental de los creadores, principalmente los que se dedican a juntar palabras, inventar mentiras y publicarlas. “Era una necesidad de supervivencia”, manifestó en conferencia de prensa.
“Si te planteas cuál es el sentido de la realidad, cómo se mezclan la fantasía, lo imaginario y lo concreto, te estás planteando también cuál es el sentido de la vida”, entonces también el sinsentido de la muerte. “El miedo a la muerte es uno de los grandes motores que están detrás del trastorno mental”, declaró la narradora y periodista, conectada ayer desde su casa gracias a la virtualidad. En su más reciente libro, Montero “celebra la capacidad que tiene el arte, la literatura y la belleza de salvarnos”. La locura es estar solo, estar fuera de la narración común, a pesar de que la realidad es un espejismo, literal, pues el cerebro se inventa el mundo que vemos.
Rosa Montero relató que ha escrito como periodista desde los 19 años, pero “la fórmula salvadora es escribir ficción y publicarla, que te digan ‘esto lo entiendo, veo el mundo como tú, me emociono con las cosas que te emocionan’, porque esta cosa rara que hacemos los narradores es algo muy parecido a un delirio”, dijo durante la charla con motivo de la distribución en Latinoamérica de su más reciente libro, publicado por Seix Barral, parte del Grupo Planeta.
Obsesión por el paso del tiempo
“Tengo la sensación de que es el libro de mi vida”, afirmó Montero al recordar una obsesión que tiene desde que era pequeña. Sus preocupaciones han sido los temas básicos de su obra, “porque soy esencialmente existencialista, totalmente obsesionada por el paso del tiempo, el sentido de esa verdad que nos va deshaciendo, y por la muerte. “Siempre he sabido que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza”, contundente revelación con la que inicia el texto, donde relata tres periodos de ataques de pánico entre los 17 y 30 años de edad, aunque desde niña se sintió diferente.
“Sin preverlo ni pensarlo, resulta que te encuentras horizontal y rota, atónita, indefensa, lacerada por un dolor indecible, borrada de tu vida y de tu realidad”, así describe estos estados donde irrumpe la enfermedad.
En la etapa adulta, Montero comprendió que “ser raro no es nada raro” y que la normalidad no existe, más bien, es una construcción estadística. La autora apunta que más de 300 millones de personas sufren depresión en el planeta, cifra que va en aumento y, según la Organización Mundial de la Salud, una de cada cuatro personas que hay en la Tierra padecerá en algún momento de su existencia un trastorno mental. La escritora agrega que entre 40 y 50 por ciento de los literatos y artistas creativos sufren algún trastorno de ánimo, de acuerdo con los investigadores Jamison y Schildkraut.
Hace cuatro años, triunfó la determinación de Montero por hacer un libro a partir de su propia sensación de locura y así comenzó a leer sistemáticamente para iniciar “una especie de indagación detectivesca”. Libros de neurología, siquiatría, sicoanálisis y biografías de otros intelectuales contienen las pistas. “Lo alucinante es que me he respondido las preguntas”.
El tema de la salud mental es un tabú porque se estigmatiza a los enfermos y se intenta ignorar una realidad absolutamente común. “Por primera vez, por la pandemia, se ha quitado la tapa que ocultaba esto y se ha empezado a hablar claramente en todas partes. Un adelanto tremendo con un precio muy alto porque empeoró la salud mental”.
La novelista permite fluir a la periodista de largo aliento en complicidad con la autobiografía. “No es un libro testimonial, en absoluto, porque el autoanálisis es como del entomólogo que destripa un coleóptero, he sido mi propio escarabajo de estudio”. Montero considera que es un libro mestizo que ha vuelto locos a los bibliotecarios, al ser un ensayo, una biografía de otros y tener algo de ficción.
“Si a la sensación de pérdida de la realidad, de que te vas de la especie humana, que tiene el trastorno mental, unes el estigma al que te empujan, es horroroso. Pero que te publiquen y te lean, te cose con la vida, te da la posibilidad de ser uno más con los otros. Lo que hace la narración es mantenerte en pie y tener estructura”. Como una respuesta más a la detective Rosa Montero, una amiga cercana le dijo: “tengo la tentación de que este libro te autoriza a no ser cuerda”.