Moscú. Rusia denunció ayer nuevos ataques de Ucrania contra la localidad fronteriza de Belgorod, mientras Kiev aseguró que las fuerzas rusas mantuvieron su ofensiva en el este y lanzaron una serie de ataques contra instalaciones ferroviarias y depósitos de combustible en el interior del país eslavo, lejos del frente de la nueva ofensiva de Moscú en el oriente del país, en lo que fue interpretrado como un intento por frustrar el envío de suministros a las fuerzas ucranias.
Viacheslav Gladkov, gobernador de la región rusa de Belgorod, fronteriza con Ucrania, señaló que “una aldea fue objeto de disparos. Sabemos que hay dos civiles heridos, un hombre y una mujer”. Identificó como Juravliovka el pueblo bombardeado, donde “dos casas quedaron parcialmente destruidas”.
Rusia ha acusado en varias ocasiones a las fuerzas ucranias de atacar territorio ruso, en concreto contra dos aldeas de la región de Belgorod y otra de Briansk, a mediados de abril.
El Kremlin enfocó su ofensiva en otras partes, y lanzó ataques con aviones y misiles a puntos muy lejanos de la línea del frente este.
Los bombardeos dañaron cinco estaciones ferroviarias en el centro y el oeste de Ucrania, y un trabajador murió, informó Oleksandr Kamyshin, director de la compañía ferroviaria estatal ucrania. La ofensiva incluyó un ataque con misiles cerca de Leópolis, la ciudad occidental cercana a la frontera con Polonia a la que han llegado una gran cantidad de ucranios que huyen de los combates en otras partes del país.
Las autoridades ucranias señalaron que al menos cinco personas murieron a causa de los ataques rusos en la región de Vinnytsia, en el centro de Ucrania.
Rusia también destruyó una refinería en Kremenchuk, en el centro de Ucrania, y depósitos de combustible en la zona, dijo el portavoz del ministerio ruso de Defensa, Igor Konashenkov. En total, los aviones de combate de Moscú inhabilitaron 56 objetivos ucranios durante la noche, aseguró.
El Estado Mayor ucranio también reportó bombardeos y asaltos rusos a lo largo de la mayor parte del frente en el este, incluidos los ataques con misiles y bombas contra la planta siderúrgica en Mariupol, donde se refugian los últimos defensores ucranios en una ciudad destruida durante dos meses de asedio y bombardeos rusos.
Al otro lado de la frontera, en la región rusa de Briansk, cerca del noreste de Ucrania, las autoridades luchaban contra un enorme incendio en un depósito de combustible. Ninguna de las partes vinculó de forma pública el incendio con la guerra, pero Rusia acusó a Ucrania de un ataque con helicóptero en esa zona la semana pasada.
Rusia anunció que abriría un corredor para que salieran civiles atrapados en la planta siderúrgica de Azovstal, en Mariupol; Kiev aseveró que no se había llegado a ningún acuerdo.
Las autoridades prorrusas de Donietsk dieron a conocer que 81 civiles han sido asesinados desde que comenzó la guerra, y “357 civiles, incluidos 30 niños, recibieron heridas de diversa gravedad”.
El líder de Donietsk, Denis Pushilin, manifestó que Ucrania usó datos de la Misión Especial de Monitoreo de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) para lanzar ataques contra esa autoproclamada república, al tiempo que esa organización pidió la liberación de cuatro observadores suyos detenidos el fin de semana en el Donbás.
El presidente ruso, Vladimir Putin, reveló que se frustró un intento de asesinar a Vladimir Solovyev, presentador de un programa de entrevistas en la principal cadena de televisión estatal rusa, planeado por agentes ucranios que tienen el respaldado de Occidente. El servicio de seguridad FSB aseguró que detuvo a un grupo que planeaba matar a Solovyev, una de las voces más destacadas en apoyo de la invasión.
El FSB agregó que entre los objetivos para asesinar a varios periodistas rusos figuraba la directora del grupo RT, Margarita Simonián. El complot fue organizado por encargo del servicio secreto ucranio y encargado al grupo neonazi National Socialism/White Power, informó RT.