El ex presidente Obama ofreció una conferencia la semana pasada en la Universidad de Stanford. Con la maestría que le caracteriza, hizo un recorrido por la situación actual de Estados Unidos y su influencia en otras naciones, en especial Ucrania. Pero el énfasis fue en los medios de comunicación y la forma en que han modelado la opinión pública estadunidense.
La forma de llegar a acuerdos que permitan caminar en paz a las sociedades son los procesos democráticos, de ahí la imperiosa necesidad de protegerlos y renovarlos, empezó diciendo. Evitar que la democracia pierda significado y denunciar a quienes, por diversos medios, intentan socavarla es una tarea de todos. Los medios de información han jugado un importante papel, lo mismo para promover la democracia como, desafortunadamente en algunos casos, para erosionarla. En este sentido, el Internet y las redes sociales de información han sido un instrumento valioso. El problema es la falta de ética con la que se conducen quienes poseen y quienes utilizan algunas de esas redes. El insulto, la difamación, las verdades a medias y las mentiras suelen fomentar una idea equivocada sobre cuestiones que afectan profundamente la opinión de millones. No se trata de coartar el derecho a la libre expresión consagrada en la Constitución, pero al igual que en otras actividades humanas, es necesario regularla y establecer un riguroso código de conducta para evitar que se envilezca y acabe siendo un instrumento nocivo para toda la sociedad.
Por fortuna, algunos medios están conscientes de esta necesidad y han establecido códigos de ética que autorregulan la calidad de su información. Lo mismo sucede con algunas de las plataformas mediante las que millones de personas se comunican y reciben información. Sin embargo, aún hay mucho que hacer para limitar el libertinaje que en muchas redes es común. Es necesario que el afán de enriquecimiento no prevalezca sobre la ética con la que debieran conducirse quienes poseen o dirigen esos medios. De no hacerlo, se corre el riesgo de destruir o volver obsoleto un valioso instrumento de comunicación, y todos perderemos. Fueron algunas de las ideas que el ex mandatario expresó en la cuna de los instrumentos que permitieron a millones de seres conocerse y comunicarse.
Queda claro que debe respetarse el derecho a informar y también a opinar, en el entendido de que en este último los sesgos son comunes, pero en esos derechos no se puede validar la difamación, la amenaza o el ataque personal.