París. En el Campo de Marte de París, banderas francesas y europeas ondeaban entre gritos de júbilo de dos mil seguidores de Emmanuel Macron cuando el domingo por la noche apareció su rostro en las pantallas como ganador de la elección presidencial.
"Estoy aliviada, ya que pasé mucho miedo", confiesa Jackie Boissard. Macron logra su reelección con en torno a un 58 por ciento, pero esta empleada de banco de 60 años advierte que deberá "tener en cuenta todos los votos, porque hay demasiado odio en este país".
A las 20:02 los presentes entonan la Marsellesa. Cinco minutos después, un DJ pincha temas del célebre grupo de electro Daft Punk, como "One more time" (Una vez más). Los eufóricos simpatizantes esperan sobre el césped la llegada de su campeón.
Una hora y media después, Emmanuel Macron hace finalmente su aparición. Como en 2017, llega con el Himno a la Alegría de Beethoven de fondo, pero, a diferencia de entonces, no está solo, su esposa Brigitte y un grupo de jóvenes lo acompaña.
Como si hubiera escuchado el consejo de Boissard, promete en un breve discurso ser el "presidente de todos" los franceses y se compromete a gobernar con "ambición y benevolencia". Poco antes de las 22:00, la mezzosoprano Farrah El Dibany entona el himno francés.
"No entienden nada"
A unos cinco kilómetros de distancia, la decepción invade el Pavillon d'Armenonville, en el bosque de Boulogne, cuando los simpatizantes de la ultraderechista Marine Le Pen ven aparecer en las televisiones la cara de Macron.
"Los franceses no entienden nada. Tendrán lo que se merecen", refunfuña Olivier Mondet tras el anuncio de la derrota de su candidata. "Durante cinco años, (…) acogeremos aún más gente de todos lados y yo soy francés", lamenta este enfermero de 62 años.
T
ras una breve conversación telefónica con el vencedor , Marine Le Pen toma rápidamente la palabra hacia las 20 : 10 , con los ojos un poco húmedos , pero el espíritu combativo . "Continuaré mi compromiso por Francia y los franceses" , asegura .
El champán "Marine presidenta" se descorchó antes del anuncio del resultado, pero el ambiente no es festivo, pese a que la ultraderechista logró ocho puntos más que en 2017 y el mejor desempeño de su movimiento en una elección presidencial.
—"Un poco harta"
De las afueras de París al corazón de la Borgoña, del Pacífico Sur a Bretaña, millones de franceses se habían movilizado este domingo para cumplir su "deber" cívico o incluso "evitar una guerra civil". Otros, desilusionados, prefirieron ignorar las urnas.
En Rennes (oeste), Yolande Yédagni, una desempleada de 57 años, consideró "un deber ir a votar" y se declaró tranquila sobre el resultado, al contrario que Bernard Maugier, de 76 años. Este jubilado con gorra "NY" aseguró que votó "para evitar una guerra civil".
"Entre la peste y el cólera, debemos tomar la decisión correcta", abundó Pierre Charollais, un jubilado de 67 años, abogando por un "voto responsable" en un contexto "particular" por la guerra en Ucrania y la presidencia francesa de la Unión Europea (UE).
El descontento de parte del electorado , especialmente de izquierdas , era patente al verse obligados como en 2017 a escoger entre Macron y Le Pen . Al sureste de París , en Maisons - Alfort , Katia , una vendedora de 27 años , votó "sin ninguna convicción, un poco harta" y por "miedo" a lo que pudiera ocurrir
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"Sinceramente, no tengo ganas de meter una papeleta en la urna, no veo el interés. Prefiero pasar tranquilamente mi domingo en familia", aseguró a miles de kilómetros, en la isla de la Reunión, Emmeline Picard, una joven desempleada de 28 años.
"Por convicción"
En el suroeste de Francia, en los Pirineos, Jean Lassalle, candidato derrotado en la primera vuelta de la presidencial, finalmente decidió abstenerse ante la urna en su colegio electoral de Lourdios-Ichère, constató una fotógrafa de la AFP.
El candidato ruralista, que obtuvo un 3,13% de votos el 10 de abril, anunció en un primer momento que votaría en blanco, pero finalmente decidió que ese sufragio "ya no estaba a la altura" ante una situación "preocupante", aseguró a la AFP.
En Dijon (este), en la región de los vinos de Borgoña, Lucien Chameroy, de 80 años, acudió en cambio a votar sin dudarlo. "La gente no se da cuenta. Si no votan y la calle decide, serán las minorías quienes tomen el poder", sostuvo.
En el colegio electoral 28, situado en barrio modesto en el que el izquierdista Jean-Luc Mélenchon se impuso en la primera vuelta, Charley Grolleau, de 41 años, reconoció que votó por "un candidato que no es perfecto". "Pero he votado por convicción", agregó.