La organización dedicada al cine documental Ambulante ha comenzado una serie de conversatorios para que público y cineastas intercambien dudas y experiencias acerca de este quehacer.
Tituladas Lado B, en ellas participan profesionales de los diversos aspectos de la producción audiovisual. Esta semana, la directora de Cruz, Teresa Camou, así como la responsable de la música y el animador hablaron sobre cómo la película fue pensada y terminada.
El documental narra la historia de Cruz, tarahumara que vive exiliado de su territorio, expulsado junto con su familia por narcotraficantes que los amenazan de muerte. “Yo conocí a Cruz siendo un líder indígena, viviendo libre en el monte, en su territorio, defendiendo su bosque, su soberanía alimentaria, sus usos y costumbres. Por muchos años lo vi trabajando y lo miraba en la gloria, luchando por quien es él y por su territorio”, relató.
Camou conoce a Cruz desde hace 27 años, pero fue hasta que se enteró del asesinato de su hijo y posteriormente de su desplazamiento forzado que decidió acercársele para ofrecerle contar su historia. Le dijo: “Yo cuento historias, historias que se tienen que visibilizar, que se tienen que saber, y quiero proponerte contar la tuya porque no creo que vaya a haber justicia para ustedes en este momento en México. Creo que si no se cuenta queda invisible, y si se queda invisible es como si no pasara”, recordó la realizadora.
Camou considera que esa cualidad del documental, contar historias, es significativa. “El cine es una herramienta muy importante para visibilizar, para que la gente se entere de realidades que están pasando al lado de nosotros, que de otra forma si no las vemos no sabríamos, y también no nos inspiraría a accionar”, sostuvo.
Contar una historia tan delicada también supuso diversos retos, uno de los cuales era cómo tratar los momentos más íntimos de sus protagonistas. Mientras trabajaba en la edición, “nos fuimos quedando con estos momentos de mucho dolor y mucha dureza, y no había imágenes. ¿Cómo vamos a contar los momentos más difíciles de la cinta, donde no vamos a ir a hacer escenas con ellos, ni a tratar de meternos a filmar al crimen organizado en la sierra?”, se preguntaba.
Así, la labor de la compositora, Camila Uboldi, y el animador, Arturo López Pío, fueron de gran importancia para resolver el problema. Partiendo de cómo Cruz describía su sentimiento de desplazamiento, Camou tenía la idea de utilizar sombras. La música, a su vez, fue hecha a partir de los elementos típicos de las melodías rarámuris.
Uboldi, entonces, procuró inspirarse más que imitar. “La intención no era copiar, era hacer algo parecido, pues tampoco era lo que necesitaba la película. Esa música tenía su importancia, era un personaje más. Entonces, ¿cuál elemento mantener para que el discurso musical nazca de eso?”, detalló la compositora.
A pesar de que la animación no estaba prevista como parte de la película desde el principio, el trabajo de López Pío logró cerrar y unir los diversos aspectos de Cruz. Más que solicitar una cosa específica, la directora, pedía a sus colaboradores su participación creativa. Conforme Cruz ha ido llegando al público, en Camou se han generado sentimientos e ideas involucrados con el impacto de su trabajo, como “muchas ganas de gritar fuerte el coraje que tengo con México, de vivir tan cerca la injusticia de éstas y las muchas familias, y con gran anhelo de que el cine documental sirva como herramienta social para concientizar, visibilizar, y que las familias que están detrás de estas historias vean que el arte también les puede ayudar”, indicó.
Cruz estará disponible en el país entre abril y mayo. Los horarios se pueden consultar en www.ambulante.org/documentales/cruz/