En su desesperado cuan vano intento por sacudirse el calificativo de traidores a la patria –ganado a pulso tras su infame conducta el pasado domingo–, los diputados al servicio de la minoría rapaz se quejan –ellos, odiadores seriales– de una “campaña de odio” en su contra y pretenden mostrarse como legisladores angelicales que “defienden” a México, cuando en los hechos sólo protegen los intereses de un grupo de trasnacionales que exprimen al erario, operan de forma ilegal y defraudan al fisco, entre tantas otras gracias.
Eso es lo que defendieron los 223 diputados de “oposición” –como antes procedieron sus contlapaches en legislaturas previas– que el pasado domingo votaron contra la reforma constitucional en materia eléctrica: avalaron el atraco a la nación, estructurado a partir del régimen salinista –fortalecido por Fox, Calderón y Peña Nieto–, para privatizar ganancias y socializar pérdidas, amén de garantizar impunidad absoluta a los oligarcas nacionales y foráneos en el sector eléctrico y los demás. Eso sí, se dicen ofendidos cuando la ciudadanía los exhibe y reclama por su comportamiento.
Pero no es novedoso, porque así han actuado desde su fundación (PAN en 1939) y a partir de la primera concertacesión –que no la única– ( tricolores y blanquiazules) en tiempos salinistas, más las rémoras ( Chuchos, S.A. y los panistas anaranjados) que se treparon al carro de la traición, coimas por adelantado. No es de ahora, pues.
Con base en información de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), se puede mapear el proceder de quienes hoy se dicen ofendidos, más sus antecesores de la misma calaña. Por ejemplo, en 1999 esa institución suministraba 100 por ciento de la energía eléctrica en el país; para 2012 (con el Borolas en Los Pinos) y gracias al régimen neoliberal, esa proporción se había reducido 63 por ciento; en 2018, tras la “reforma” de Peña Nieto, su participación cayó a 52 por ciento.
El plan de los titiriteros y sus marionetas (en sus planes ni lejanamente estaba perder las elecciones de 2018) era que para 2019 la participación de la CFE se redujera a 45 por ciento; a 39 por ciento en 2020 y a 29 por ciento en 2024, y en su onanismo político-empresarial previeron que para 2029 sólo 16 por ciento del suministro de energía eléctrica correspondería a la Comisión Federal de Electricidad. Es de suponer que ellos estimaron que en 2030 la empresa del Estado sólo sería “un mal recuerdo”. Huelga decir que, de acuerdo con su proyección, el espacio sería ocupado al 100 por ciento por la parte privada, porque la energía eléctrica habría pasado, íntegramente, de servicio público a jugoso negocio de particulares, con las trasnacionales en primer lugar.
A favor de eso votaron los 223 que hoy se retuercen por ser acusados de traidores a la patria. Pero falta: cinco trasnacionales (Iberdrola-Naturgy –ambas españolas–, Saavi –gringa–, Mitsui –japonesa– y Enel –italiana), controladas por los fondos buitres, concentran 60 por ciento de la generación eléctrica en México, es decir, son las que han ocupado los espacios de la CFE gracias a las “reformas” neoliberales.
Iberdrola es la reina de la fiesta atracadora: participa en el ilegal “autoabasto”, las subastas, en la producción “independiente” de energía (PIE), posee las mayores centrales de generación y de cereza su equipo de asesores participó activa y decididamente en el armado de la “reforma” peñanietista de 2013.
En materia de “autoabasto”, la CFE tiene identificadas a 239 centrales; de ellas, 110 (46 por ciento del total, aunque puede haber más) proceden de manera ilegal, fraudulenta, en detrimento del erario nacional. El “autoabasto” es generación eléctrica para satisfacer las necesidades de una empresa, una sola, la que cuenta con el permiso, pero en este caso hay alrededor de 78 mil “socios” que en realidad son clientes, como los Oxxo, Walmart, Farmacias del Ahorro y Guadalajara, Telmex, Grupo México, Cementos Mexicanos (Cemex), Grupo Bimbo, Kimberly Clark (del inefable Claudio X. González Laporte, cuyo junior ahora quiere ser el diputado 224, algo por demás innecesario porque ya está muy bien ubicado) y muchos más, quienes son subsidiados por las arcas nacionales.
Eso y muchísimo más, pero no los llamen traidores a la patria, porque se ofenden.
Las rebanadas del pastel
Fuera máscaras, porque si de simulaciones se trata, ahí está Ken Salazar, quien oficialmente se presenta como embajador estadunidense en México, cuando en los hechos es el mayor cabildero de las trasnacionales de su país.