Yonkers, Estados Unidos. Viven pendientes del teléfono esperando noticias de sus familias en Ucrania. Anastasiia, Anna y Olga, tres gimnastas bailarinas veinteañeras, han recuperado la paz y el sueño en el circo mexicano-estadunidense que las acoge, tras dejar su país en guerra.
En el tráiler que comparten en el Flip, filial estadunidense del circo fundado hace más de medio siglo en México por los hermanos Vázquez, pueden dormir una noche entera sin despertarse con el ruido de las explosiones o el miedo a que les caiga un misil encima.
“Pasé un mes sin dormir una noche completa. No podíamos salir a la calle a comprar comida, estábamos estresados y con miedo todo el día”, cuenta Anna Starykh, de 21 años, en la calma de la carpa del circo situada en el estacionamiento de un centro comercial de la localidad de Yonkers, en la ribera del Río Hudson, al norte de Manhattan.
Nada parece perturbarlas en el show. Perfectamente maquilladas, hacen calentamiento y se preparan para la próxima actuación, junto con colegas de otros países como Italia, España, Argentina, Venezuela o México.
“El trabajo realmente nos ayuda a tranquilizarnos y permanecer positivas”, dice Anna.
Pero la tranquilidad de saberse a salvo no esconde la preocupación por sus familias en Ucrania, con las que hablan cada día.
“No sé en qué situación estarán mañana, la próxima semana, en un mes y lloro por ello”, señala Olga Rezekina, de 22 años, cuya familia vive en Odesa.
Visita familiar
Anastasiia Savych, de 20 años, y otros cuatro ucranios que trabajaban desde hacía dos años con ella en el circo Flip, habían viajado a su país para visitar a la familia y renovar su visado estadunidense, cuando se produjo la invasión rusa el 24 de febrero.
Dos muchachos que integraban el grupo debieron quedarse en Ucrania, movilizados, y fueron remplazados por Olga Rezekina y Anna Starykh, que junto a Anastasiia, Irina Nazimova y Veronika Gabelok forman ahora el quinteto ucranio del circo Flip, que en su espectáculo no tiene animales.
Las tres primeras salieron de Ucrania por Polonia, y llegaron a Estados Unidos el 22 de marzo, mientras Irina y Veronika lo hicieron por Rumanía y llegaron 12 días antes.
Anastasiia emprendió su viaje el mismo día que el presidente ruso Vladimir Putin invadió Ucrania.
“Nunca había visto la ciudad tan vacía: sin coches, sin gente, todo estaba cerrado... parecía una película de miedo” cuando en la noche del 24 de febrero se dirigió a la estación de trenes.
Más de 5 millones de personas han huido del país desde la invasión rusa, según el último balance de la ONU.
Culpable
“Cuando llegué aquí me sentía culpable porque (...) estás escapando de tu país”, explica Anastasiia. Pero su madre la convenció de que en Ucrania no podría ayudar a la familia, llegado el caso.
“Tengo 20 años y quiero seguir siendo joven (...) y no tener que hablar de la guerra”, reconoce.
¿Planes para el futuro? “Vivir y estar segura", responde Anna. “Viajar alrededor del mundo”, dice Olga, mientras que a Anastasiia le gustaría seguir en Estados Unidos.