Ciudad de México. Se le quebró la voz la mitad del tiempo que habló: “Se desconoce el destino de decenas de miles de ellos que fueron deportados a fuerza a Rusia. Los ocupantes rusos utilizan crematorios móviles para destruir las pruebas de crímenes en Mariupol, quemando los cuerpos de los ciudadanos ucranianos asesinados por ellos”.
La voz fue la de Oksana Dramaretska, embajadora de Ucrania en México, quien poco después desataría dos listones para dar por inaugurada una exposición fotográfica sobre la tragedia humanitaria causada por la guerra. La exposición fue llamada “Refugiados de Ucrania. Nos sonreirá el destino”, frase tomada del himno nacional de la nación invadida.
A unos pasos del auditorio, en el vestíbulo, una fotografía mural que dominaba el escenario podría pasar por anuncio de una marca de moda, pero mostraba algo muy distinto: los rostros del desplazamiento forzado de millones de personas.
La fotógrafa Toya Sarno, especializada en migraciones, viajó a la frontera entre Polonia y Ucrania durante las primeras semanas del conflicto. El resultado fueron tres decenas de fotografías que dan testimonio de la crisis que el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) ha declarado de nivel 3, el más alto en sus estándares.
La exposición temporal fue montada en el Museo de Memoria y Tolerancia, frente a la Alameda Central, con el patrocinio del propio Acnur y de la Fundación Ford.
En los textos que acompañan la exposición se explica que Sarno documentó básicamente escenas en la estación de trenes de Przemysl y en poblaciones polacas cercanas a la frontera.
“De la noche a la mañana se han destrozado vidas y se han desgarrado familias.Millones de personas se han visto obligadas a huir para salvar sus vidas, abandonando sus hogares y pertenencias”.
El comunicado de la Acnur también informa que se calcula que 13 millones de personas han quedado atrapadas en las zonas bajo fuego o no pueden salir por los riesgos que entraña el viaje.
Linda Atach, del Museo Memoria y Tolerancia, dijo que mientras preparaba la exposición, el número de refugiados pasó de cuatro a cinco millones de personas: un parche de papel blanco con el número 5, en uno de los bastidores, da fe de ese hecho.
El presídium fue compartido por la embajadora de Ucrania y el representante en México del Acnur, Giovanni Lepri.
Como invitados de honor estuvieron los embajadores de Israel, Zyi Tal, y de Francia, Jean-Pierre Asvazadourian, así como los representantes diplomáticos de Eslovaquia, Países Bajos y Polonia.
En las primeras semanas de la invasión rusa, un periodista mexicano publicó en twitter que también Ucrania divulgaba noticias falsas. La cuenta oficial de la embajada de Ucrania en México le respondió: “¿Te pagan en rublos o en tamales?”
Tal respuesta mereció que el presidente López Obrador bromeara en la mañanera, al decir que le enviaría una guajolota o unos tamales oaxaqueños. La embajada eliminó los tuits tamaleros.
Los curadores de la exposición eligieron una frase luminosa del himno de Ucrania (“nos sonreirá el destino”). La embajadora Dramaretska agradeció el gesto pero quiso agregar, entre lágrimas, otras líneas de la pieza nacional: “Nuestros enemigos se desvanecerán, como el rocío bajo el sol”.