Votaron a favor de la simulación y la ilegalidad; lo hicieron para proteger los intereses de consorcios privados –especialmente extranjeros, con los fondos buitres que los dominan– y contra la soberanía nacional; avalaron el saqueo –con cargo al erario– que beneficia a la minoría rapaz; se pronunciaron por la desaparición de la Comisión Federal de Electricidad para que el servicio público se convierta en negocio particular. Eso y mucho más, pero los diputados entreguistas se retuercen cuando públicamente los exhiben como lo que son: traidores a la patria.
Como bien apunta el presidente López Obrador, “a las cosas hay que llamarlas por su nombre; basta de hipocresía, de acuerdos en lo oscurito, en las élites y que la gente no sepa, cuando se trata del bienestar del pueblo, cuando son decisiones que pueden afectar a todos; son representantes populares, entonces ¿por qué no se va a saber lo que hacen o cómo votaron?; si defender a Iberdrola o a las empresas extranjeras en contra de los mexicanos no es traición, que me digan qué es”.
Lo que sucede, dijo Andrés Manuel, “es que quienes se sentían dueños de México y se dedicaban a saquear o estaban muy a gusto con el régimen de corrupción y de privilegios, ahora están molestos, están inconformes y pues traen una campaña en contra de nosotros. Ah, pero que no se rasguen las vestiduras diciendo ‘no quiero que me digan que soy traidor, cuando consciente o inconscientemente ayudé a las empresas extranjeras que buscaban destruir a la empresa pública Comisión Federal de Electricidad y dañar a millones de consumidores mexicanos’, porque votaron consciente o inconscientemente a favor de Iberdrola, y pregunten a los españoles cómo les va con Iberdrola”.
La referencia es a los 223 diputados que el pasado domingo votaron en contra de la reforma constitucional en materia eléctrica, pero que hoy se muestran histéricos por la exhibida que les dan. Ni para defender sus posturas sirven. En este sentido, el mandatario mexicano recordó y subrayó lo dicho por el general Lázaro Cárdenas: “gobierno o individuo que entrega los recursos naturales a empresas extranjeras traiciona a la patria”. También la advertencia de Adolfo López Mateos luego de nacionalizar la industria eléctrica: “no se confíen, porque en años futuros algunos malos mexicanos identificados con las peores causas del país intentarán por medios sutiles entregar de nuevo el petróleo y nuestros recursos a los inversionistas extranjeros”.
No sólo los ex presidentes, porque el Código Penal establece que “se impondrá la pena de prisión de cinco a 40 años y multa hasta de 50 mil pesos al mexicano que cometa traición a la patria en alguna de las formas siguientes: realice actos contra la independencia, soberanía o integridad de la nación mexicana con la finalidad de someterla a personas, grupo o gobierno extranjero”. Y eso es lo que hicieron.
Pero su actuación no sorprende a nadie, porque esos 223 sólo son un eslabón más de la pútrida cadena, es decir, la traición a la patria no es de ahora. Son los mismos titiriteros mafiosos, pero utilizando distintas marionetas en el Legislativo, es decir, quienes durante el régimen neoliberal saquearon al país y utilizaron a distintos “representantes populares” para “legalizar” el atraco y dar “certeza jurídica” a los hampones: Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y pandilleros que los acompañaron, entregaron la soberanía nacional, privatizaron la enorme riqueza del país, la infraestructura productiva del Estado, el manejo de las instituciones y lo que les pusieran enfrente para beneficiar a la oligarquía nacional y foránea, siempre con el “desinteresado apoyo” de diputados y senadores a modo, quienes en el discurso se dicen “defensores de la legalidad” solo para violarla permanentemente en los hechos.
Es una brutalidad: 223 “legisladores” votaron en contra de la reforma constitucional para entregar a los corporativos extranjeros y fondos buitres que los controlan una empresa del Estado, la CFE, valuada en no menos de 370 mil millones de dólares, a cambio de una supuesta “inversión” privada que, según dicen, no pasa de 44 mil millones de billetes verdes, de los cuales 75 por ciento fue aportado por la banca de desarrollo (del Estado), las Afore (dinero de los ahorradores mexicanos) y en menor medida la banca privada que opera en el país.
Entonces, si ello no es traición, ¿qué es? Una putada, de entrada.
Las rebanadas del pastel
Eso sí, ofendidísimos por la denuncia pública.