Londres. Un juez británico autorizó oficialmente ayer la extradición de Julian Assange a Estados Unidos para enfrentar cargos de espionaje. El caso pasará ahora al ministerio británico del Interior para que tome una decisión, aunque el fundador de Wikileaks aún tiene opciones para apelar.
La Corte Suprema británica denegó el mes pasado autorizar una apelación de Assange contra el fallo de una corte inferior sobre su extradición.
El juez Paul Goldspring de la Corte de Magistrados de West-minster emitió la orden en una breve vista que Assange siguió por videoconferencia desde la prisión de Belmarsh.
Seguidores de Assange se manifestaron ante la corte para pedir su liberación, y Rusia calificó de “farsa” la decisión.
La secretaria de Interior, Priti Patel, será quien decida si autoriza la extradición.
El fallo es un paso más hacia la extradición pero no agota las opciones legales de Assange, que lleva años tratando de evitar un juicio en Estados Unidos por cargos relacionados con la publicación en Wikileaks de cientos de miles documentos clasificados hace más de una década.
Entre esos archivos destacó un video que mostraba a civiles, incluidos dos periodistas de la agencia Reuters, muertos por disparos de un helicóptero de combate estadunidense en Irak en julio de 2007.
Sus abogados tienen cuatro semanas para presentar alegaciones a Patel y también pueden apelar ante el alto tribunal.
Partidarios y abogados del australiano alegan que cuando publicó documentos que expusieron malas acciones del ejército estadunidense en Irak y Afganistán, Assange actuaba como periodista y tiene derecho a las protecciones a la libertad de expresión contempladas en la Primera Enmienda de la Constitución estadunidense, y aseguran que su caso tiene motivaciones políticas.
El gobierno estadunidense afirma, por su parte, que el australiano no es periodista, sino pirata informático, y que puso en peligro la vida de numerosos informantes al publicar documentos sin editar.
Si es condenado en Estados Unidos, podría recibir una pena hasta de 175 años de cárcel, según los abogados de Assange, aunque las autoridades estadunidenses han dicho que la condena probablemente sería mucho menor.
Assange, de 50 años, lleva retenido en la prisión Belmarsh de alta seguridad en Londres desde 2019, cuando fue detenido por incumplir su fianza en otra batalla legal. Antes de eso pasó siete años en la embajada de Ecuador en la capital británica, para evitar su extradición a Suecia, donde enfrentaba acusaciones de violación y agresión sexual.
Suecia archivó los casos por esos delitos en noviembre de 2019 porque había pasado demasiado tiempo.
En el centro de una larga saga judicial, Assange fue condenado a un año de cárcel en Londres por violación de su libertad condicional en 2012, antes de emprender la batalla contra su extradición a Estados Unidos.
En enero de 2021, la justicia británica decidió a su favor. La juez Vanessa Baraitser rechazó la extradición por considerar que el australiano, de frágil salud física y sicológica, corría el riesgo de suicidarse en el sistema penitenciario estadunidense.
Pero en diciembre, Washington logró que la Alta Corte de Londres anulara esa decisión, asegurando que no sería encarcelado en la prisión de alta seguridad ADX de Florence, en Colorado, donde están detenidos miembros de la organización yihadista Al Qaeda.
Además, garantizaron que recibiría la atención clínica y sicológica necesaria, mencionando la posibilidad de permitir que cumpliera su condena en Australia.
Para sus defensores, encabezados por Stella Moris, la abogada sudafricana con la que tuvo dos hijos en secreto durante sus años en la embajada ecuatoriana y con quien se casó en Belmarsh el mes pasado, estas garantías no son creíbles.
Al subrayar que “el destino de Julian está ahora en manos de la ministra del Interior”, Moris insistió en marzo en que “este es un caso político y ella puede ponerle fin”.
“Hace falta valor político, pero esto es lo que se necesita para preservar una sociedad abierta que proteja a los editores de la persecución extranjera”, afirmó.
En Moscú, la portavoz del Ministerio del Exterior de Rusia, María Zajárova, declaró que la Corte de Magistrados de Westminster “en realidad interpretó la escena final en la farsa titulada La justicia británica”.
“En la peor tradición de Inglaterra, todo se hace a tiempo, ‘aprovechando el ruido’, cuando la comunidad internacional, gracias a los medios occidentales, permanece en una realidad paralela, y en ese estado, en un principio, todo es posible, incluso extraditar a Assange a Estados Unidos, a pesar de las demandas de los defensores de los derechos humanos. Para la comunidad occidental, el fin siempre justifica los medios”, comentó Zajárova en una rueda de prensa.
La representante de la cancillería rusa agregó que corresponde a la ministra del Interior británico poner “un punto formal en este proceso vergonzoso”.