Hoy se verán las caras en Washington una delegación cubana encabezada por el viceministro de relaciones exteriores Carlos Fernández de Cossío y sus contrapartes estadunidenses. La cancillería isleña informó que la delegación participará en una nueva ronda de conversaciones migratorias. En todo caso, se trata de la representación cubana de más alto nivel que ha sostenido reuniones con funcionarios de Estados Unidos (EU) desde que el presidente Joe Biden llegó a la Casa Blanca. En ese sentido, el solo hecho de conversar entre países vecinos es muy positivo en un momento en que Washington da al mundo muestras de suma belicosidad. Contrario a sus promesas de campaña, Biden ha mantenido inamovible la muy dura y hostil política trumpista hacia Cuba y le ha añadido de su cosecha. Ni siquiera ha tomado alguna medida que facilite las relaciones entre familias de ambos lados del Estrecho de Florida ni ha restablecido las remesas, temas que había prometido subsanar. De forma insensata, cree que esto va a darle votos cubanos en Miami.
Trump deshizo la flexibilización de Obama y con 273 castigos adicionales llevó el bloqueo a extremos de crueldad desconocidos hasta entonces. Incluso, convirtió la pandemia en su aliado y durante los peores momentos del avance del virus en la isla extremó las acciones para impedir que Cuba accediera a insumos sanitarios y medicamentos. Incluso, dificultó cuanto pudo la adquisición de reactivos químicos y otros insumos para que La Habana pudiera producir sus propias vacunas. Sólo la robustez del sistema político y social cubano y de sus instituciones científicas y de salud, unidos al heroísmo de sus hombres y mujeres, hizo posible que la isla creara sus propias y excelentes vacunas y se convirtiera en el país más inmunizado del mundo. Puede decirse con rigor que, pese a todos los obstáculos puestos por EU y a las terribles dificultades económicas creadas por las medidas coercitivas de la potencia, Cuba consiguió un alto grado de control del covid-19, con una letalidad muy por debajo de la media mundial y de las Américas. Trump llegó al extremo de volver a incluir a Cuba en la espuria lista de países patrocinadores del terrorismo, un instrumento de sabotaje económico capaz por sí solo de disuadir a miles de empresas y entidades de realizar negocios con los países enlistados. El magnate también retiró la mayor parte del personal diplomático y cerró el consulado en La Habana, lo que acarreó que los cubanos solicitantes de visa se vean obligados a viajar a Guyana y Colombia para hacer el trámite, con los onerosos gastos que implica. A ello se suma que Washington comenzó a incumplir con la entrega de 20 mil visas anuales a que lo obligan los acuerdos migratorios entre los dos países, por lo que existe una deuda con Cuba de más de 100 mil visas en la actualidad. También debe añadirse la Ley de Ajuste Cubano, que hace de los nacionales de la isla las únicas personas en el mundo con derecho a quedarse en EU, a trabajar legalmente y a solicitar la residencia al paso de 12 meses, una vez que pisan su territorio por vía terrestre. Washington es el responsable absoluto de crear el coctel explosivo que ha hecho elevar considerablemente la migración cubana hacia el poderoso vecino, reducido a mínimos al terminar el mandato de Obama, a pesar de que nunca levantó el bloqueo. Así seguramente lo subrayará hoy la representación cubana.
En resumen, la conducta de EU hacia Cuba siempre ha sido de profunda hostilidad desde que la isla en 1959 decidió ser independiente y sacudirse el yugo de la injusticia. Pero hoy el cerco ha llegado a una situación sin precedente.
Enormes dificultades para comprar alimentos, gran escasez de medicamentos y materiales de curación, de piezas de repuesto, por ejemplo para la industria eléctrica, con el fin de provocar apagones y paralizar la producción. Y a la dramática asfixia económica, EU ha unido una gran ofensiva desestabilizadora que, partiendo de un sistema expresamente diseñado de medios anticubanos radicado en Miami, utiliza también el complejo mundial de medios hegemónicos y las redes sociales con el propósito de convertir en permanente el golpe blando que lleve al ansiado objetivo del cambio de régimen en La Habana.
Cuba, por su ejemplo de independencia, su dignidad y sus logros políticos y sociales, es más molesta que nunca, sobre todo para los sectores del imperio más reacios a aceptar como inevitable la transición a un mundo multipolar. Esa actitud es estimulada por nidos de contrarrevolucionarios frustrados y derrotados como el Centre for a Free Cuba que, envalentonados por la irresponsable y cínica expulsión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, ahora exigen la misma medida contra la isla. Así lo testimonia la revista Newsweek esta semana, pero también afirma, en un extenso artículo, que existen otros sectores en EU favorables a una relación normal con La Habana.