La escritora Yael Weiss se declara “absolutamente en contra de una literatura que deba ser bien pensante o negociar con la censura; como el futuro en la ficción muchas veces es distópico, hay un optimismo casi obligatorio en el resto de la literatura”.
La autora del libro de cuentos Las cicadas (Elefanta Editorial), dice a La Jornada que su idea de la escritura es clara: “No hay que nunca escuchar los requerimientos externos. No vamos a ser políticamente correctos”.
Weiss (CDMX, 1977) sostiene que “el mal está, simplemente hay que transformarlo en bien. Me interesa mostrar ese conflicto interno de ciertos monstruos y ciertas contradicciones que nos habitan y que a veces no les gusta a las personas ver que esa es la realidad”.
La narradora reconoce dos espacios: aquel “donde tratamos de proyectar un ideal de cómo vamos a hacer las cosas y en el que retratas la realidad, que no es políticamente correcta. En la realidad somos seres muy complejos”.
“Una cosa es lo que somos y otra lo que hacemos. En el terreno de lo que hacemos sí hay juicio moral y te puedes comprometer de alguna manera. Se puede tener en la imaginación pulsiones pedófilas, pero si pasas a la acción estás en un problema, o sea, es condenatorio, pero no lo es aceptar que nos habitan monstruos y contradicciones”.
Menciona que “hay que comprender qué pasa en esas cabezas: es totalmente condenable pasar al acto, pero necesitamos la literatura para que nos muestre quiénes somos y a partir de ahí trabajar en qué es lo que hacemos y cómo actuamos, sin pensar que somos seres puros y que basta con una buena educación para ahuyentar toda oscuridad y todo mal.
“Terencio decía ‘nada humano me es ajeno’. Yo, en ciertas situaciones extremas, he comprendido que puedo ser una asesina frente a ciertas personas o cosas que me provocan, pero el sufrimiento para mí es lo único inadmisible.
“Con Dostoievski, esa es la parte que hace problemático al mundo, entonces siempre estoy profundamente del lado de la víctima, pero tengo siempre empatía por el victimario, como si también fuera una víctima de sí mismo. Hay un monstruo no controlable, es condenable pero es muy importante comprender a ese humano también”, menciona la también autora de Hematoma.
El título del volumen se refiere a la imagen del cambio de identidad o el arribo a la edad adulta. Las cicadas son insectos que viven 17 años bajo la tierra y luego salen de su exoesqueleto para convertirse en seres alados adultos que se reproducen y mueren.
Yael Weiss afirma que eso “significa, por un lado, la metamorfosis y, por otro, la intensidad, que para mí es la intensidad del cuento, algo que se arma muy rápido, no sigues la evolución de un protagonista explorando a sus ancestros ni cómo eran sus padres o dónde nació.
“No es una novela larga que sigue transformaciones en el tiempo del personaje. El cuento retrata un momento de intensidad corto, de metamorfosis, aunque puede ser preparado por años. Hay muchísimas fuerzas ocultas que juegan en esto. En lo que se ve en la superficie hay fuerzas y vidas subterráneas.”
El libro se publicó a finales de 2021, cuando aparecieron las cicadas en Estados Unidos, después de 17 años de esperar bajo la tierra.
La también editora relata que podría llamar a sus temas “piedras en el camino”, como las que se deben enfrentar al andar en una bicicleta de montaña, “he advertido que por más que trato de tomar veredas distintas, reconozco que estoy pasando exactamente por el mismo lugar por el que pasé de subida.
“Vuelvo a chocar con las mismas piedras. Siento que por donde pasaste una vez, vas a pasar muchísimas veces. Estas obsesiones, que no son forzosamente alegres, de cierta parte oscura de la humanidad, violenta y de deseos no forzosamente agradables, me impiden avanzar tranquilamente”, confiesa Weiss.